Resulta curioso que apenas recordemos el retorno de Chris Claremont a la que siempre ha sido su casa en aquellos primeros años de los 2000. Pero la que en otro tiempo podría haber sido la gran noticia para la franquicia, quedó relegada a un segundo plano al situarse a caballo entre la despedida de Grant Morrison de sus New X-Men (2001-2004) y la llegada de Joss Whedon y sus Astonishing X-Men (en ese mismo 2004). Dos etapas de las más celebradas de la franquicia que oscurecían cualquier otra intentona.
«Emma es una arpía«
Y por mucho que uno se llame Chris Claremont, es imposible vivir de las rentas en la vorágine de la actualidad. Más cuando su aportación va a contracorriente. Mientras que los citados autores y sus series planteaban nuevos escenarios y formas de entender a los mutantes, acordes a la evolución de la socieda, Claremont presentaba un relato -quizás- excesivamente clásico.
El tiempo lo pone todo en su sitio y de ahí que Panini Cómics recupere su etapa dentro de la línea Must-Have, pero ello no oculta que -en comparación- estemos ante una obra menor dentro de la historia mutante. ¿Qué nos vamos a encontrar? Cómo decía, un relato de aire clásico, pero no ajeno al devenir de los tiempos. Claremont no tarda ni medio número en dejar clara su opinión sobre algunas de las direcciones que había ido tomando la franquicia en los últimos años. Así, mientras que los Morrison y Whedon se esmeraban en situar a Emma Frost en una posición dominante entre las filas de la Patrulla-X, Claremont reivindica su legado y a la Chica Maravillosa (ya sea Rachel Summers o Jean Grey).
Personajes como Rondador Nocturno o Tormenta también gozan del apego por parte del veterano guionista que forma un interesante equipo con muchos gallos (Lobezno, Bishop, Ororo…), pero tremendamente capaz. Sabia es otra de las figuras destacadas de este arranque de etapa, hasta el punto de que buena parte de los hechos que aquí acontecen la tienen a ella como foco del conflicto (ya sea por sus propias acciones o porque los villanos de turno la ponen en su punto de mira).
Le cuesta arrancar, es verdad, pero una vez superamos el primer capítulo -algo dubitativo y poco concreto- Claremont se siente más seguro y centra el foco. Arropado por cenceptos de sobra conocidos por él como Excalibur o el Club Fuego Infernal, el guionista va dejando pequeñas escenas que bien valen el precio de todo el tomo, como la protagonizada por Ororo en el capítulo como Matar a una reina o todo el arranque de La muerte y la doncella hasta que la acción se traslada a Gran Bretaña.
Posiblemente esta etapa de La Imposible Patrulla-X no sea la más memorable (tuvo que competir con otras superlativas), pero desde su arranque muestra mucho oficio y ambiciones, cosa que en tiempos presentes a veces echamos de menos.
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