«¿Me estás amenazando, barón Apocalipsis?«
Me vais a permitir que me ponga por un rato la camiseta del ‘¡Os lo dije!‘ y me dé un par de palmaditas en la espalda, felicitándome de que, por una vez, la historia haya ido por donde yo creía que iría. Porque el Viejo Logan no me ha decepcionado y su paso por los dominios de Apocalipsis ha sido tan efímero como revelador.
Gracias a este número vemos confirmada la teoría de que muy pocos elegidos saben qué hay más allá de los muros que separan su territorio del contiguo. La reacción de los mutantes de los dominios de Apocalipsis al ver a Lobezno envejecido y con todas sus extremidades o la del propio Tony Stark en este número deja muy claro que Muerte no quiere que, de momento, los territorios se mezclen. A este respecto, y dado que Muerte puede ser poderoso, pero sigue siendo mortal, no queda muy clara la visión de futuro que tiene el villano sobre este mundo. ¿Lo pretende mantener así eternamente? ¿Busca, acaso, restaurar el multiverso con el tiempo? Lo cierto es que este extremo no queda nada claro y, a no ser que me equivoque mucho, la cascada de eventos que nos esperan en los próximos meses harán que el interrogante se mantenga así por siempre.
«Primero tengo que entenderlo«
Pero volvamos al mutante de las garras de adamantium. En el primer número, fue una cabeza caída de Ultrón lo que le hizo plantearse qué debía estar pasando más allá de los muros que se hubiera resuelto con la destrucción de un modelo antiguo del despiadado robot. La búsqueda de respuestas es lo que le llevó a escalar los muros que separaban su territorio del contiguo, pero la fortuita llegada a la siempre en guerra baronía de Apocalipsis (y su posterior paso por Tecnópolis) no ha hecho sino plantearle nuevos interrogantes al envejecido superhéroe. ¿Quién es este nuevo Muerte? ¿Por qué en Tecnópolis nadie lo conoce?
Lo que empieza a vislumbrarse en este cada vez más veloz viaje (apenas unas pocas páginas es lo que ha durado Logan en el territorio de los Stark) es el destino final de nuestro protagonista. Entre todas las cosas que han ido variando, Logan se aferra a la única que conoce como verdad: Muerte es malo y es el responsable de todo esto. Puede que lo considere un dios, como el resto de habitantes del Mundo de Batalla, pero algo en su interior ha cambiado al conocer a las otras versiones de sus difuntos amigos y James Howlett ahora va a buscar respuestas caiga quien tenga que caer y aunque el viaje le lleve por territorios tan peligrosos como el que vislumbramos en la última página de esta entrega.
«¿Esa armadura tuya no me recuerda?«
Este capítulo también le sirve a Brian Michael Bendis para tomar contacto con Iron Man antes de que la llegada del Nuevo y Diferente Universo Marvel le ponga al frente de la colección del Vengador Dorado. Tecnópolis, la región donde Tony gobierna, es una enorme ciudad avanzada y mecanizada en la que la gente se ve obligada a vestir armaduras si no quiere perecer por culpa de un virus mortal que degrada la carne en cuestión de segundos. Sobre esta realidad podemos leer un poco más en la miniserie Armor Wars que Panini está publicando bajo la cabecera de Iron Man y que escribe James Robinson (Los Cuatro Fantásticos). Deberíais echarle un ojo porque, como poco, es una historia interesante la que se cuenta en sus páginas.
Andrea Sorrentino sigue en este número clavando un dibujo casi perfecto. El paso del oeste a las urbes destruidas y lluviosas y de éstas al luminoso mundo de los Stark le están permitiendo jugar con una enorme variedad de escenarios en los que se está esforzando al máximo y para los que le bastan un par de variaciones en el color para diferenciarlos, pero manteniendo su ya característico tono sombrío en el que las sombras juegan un papel fundamental. La próxima parada del viaje de Logan le va a permitir reencontrarse con los motivos que ya utilizó en su etapa al frente de Yo, Vampiro y un servidor, una vez más, no puede esperar a que llegue el mes que viene para verlo.
Deja un comentario: