«Er, espera. ¿No puedes ser las dos cosas?«
Hubo un tiempo en el que existió tan sólo un Hulk. A veces estaba furioso y a veces parecía racional, pero siempre era peligroso. Luego le crecieron los amigos y aliados y de pronto hubo un Hulk Rojo, una Hulka, un psicólogo mazadísimo, una Hulka Roja… De entre todos ellos la que siempre sobresalió fue Jennifer Walters. La prima de Bruce Banner obtuvo sus poderes tras una transfusión de sangre que le salvó la vida, pero que se la trastocó para siempre. Sin embargo, Si Hulk era el Mr. Hyde violento de Banner, Hulka era una mujer fuerte (y no sólo en el aspecto físico) que se terminó por convertir en la ‘abogada de los superhéroes’ y que, al contrario que su primo, siempre disfrutó con su faceta superheroica y derrochando humor y alegría por todas partes.
Hace no demasiado, Greg Pak trató de darle a Hulk una oportunidad para ser como su contrapartida femenina y se sacó de la manga el Alucinante Hulk que encarnaría Amadeus Cho y, aunque su carrera fue limitada y el interés por su serie fue decreciendo, lo cierto es que el experimento no estuvo nada mal. Así pues, a Hulka le tocó no mucho después probar fortuna por el camino de la furia y, aunque la novedad (bien traída y mejor contada) nos sorprendió agradablemente a muchos, lo cierto es que ahora que Banner ha vuelto de entre los muertos y está más desequilibrado que nunca, se echa de menos el clásico carácter amable de la buena de Jen. Sin embargo, parece ser que Jason Aaron tiene grandes planes para la nueva y explosiva fuerza de la más poderosa Vengadora, así que aún nos queda un buen trecho por ‘disfrutar’ de esta nueva realidad.
«Dicen que la lectura es la mejor cura para el insomnio«
Es precisamente esta realidad sobre la que versa el tercer cruce de Los Vengadores con la Guerra de los Reinos. Jen se enfrenta a las versiones de ella misma que pululan por su mente y cae fulminantemente derrotada por su versión más bruta, henchida del poder que le otorgaron los celestiales. Pero no sólo vemos eso, sino un monólogo interior en el que Hulk reclama su derecho (y su libertad) para «ser fea«. Y ahí hay chicha, porque en esas pocas palabras, que le espeta a un confundido Deadpool, hay una declaración muy poderosa que clama por el derecho de cualquier mujer a no estar siempre perfecta. Me recuerda a la absurda polémica que se montó en torno a la película de Capitana Marvel. Los ‘haters‘ (esa panda de chavales que han sustituido el cerebro por Doritos) se quejaron amargamente de que Carol Danvers estaba muy seria en todas las escenas del tráiler y tuvo que salir la propia Brie Larson a reclamar su derecho a (como viene ocurriendo con TODOS los héroes masculinos) sacudir puñetazos sin tener que lucir luego una sonrisa que la hiciera ‘dulce y femenina’. Dicho esto: podemos echar de menos a la Jen de toda la vida, pero tiene ella tanto derecho como su primo a estar furiosa y a aplastar cosas.
Completan este número dos nuevas entregas de Marvel Comics Presents que me han gustado bastante más que las anteriores. Comenzamos con el Caballero Luna (personaje bastante al límite del que ya os escribí hace cuatro años y pico) en una historia que nos trae un equipo que no me esperaba por aquí. Son nada menos que Benjamin Percy y Juan Ferreyra, guionista y dibujante de una estupenda etapa de Green Arrow en la Distinguida Competencia y que, de la noche a la mañana, abandonaron la serie… ¿para ser fichados por Marvel? Un Ojo de Halcón de este equipo podría ser un pelotazo y la historia que firman en este número es una pasada. Y terminamos con el Motorista Fantasma, pero no Robbie Reyes, ni Johnny Blaze, sino Danny Ketch, al que ya viéramos en la serie del Doctor Extraño cuando Donny Cates se dejó caer por ahí y que comienza a hacer ruido para un regreso a la primera fila mucho más que inminente.
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