Kamala Khan ha vuelto con más fuerza que nunca, y lo ha hecho en el mejor de los marcos posibles: el nuevo y diferente Universo Marvel. Con G. Willow Wilson manteniéndose al frente de la colección en esta segunda temporada, las cosas para Ms. Marvel no han cambiado en exceso desde la consecución de las Secret Wars. Mientras que en el lapso de ocho meses que separan los acontecimientos de dicho evento con el arranque de las renovadas cabeceras marvelitas (con algunas excepciones tipo El viejo Logan), muchas cosas parecen haber cambiado para nuestros héroes (solo hay que acercarse a las series del Asombroso Spider-Man o Inhumanos para darse cuenta de ello), las cosas para la joven Ms. Marvel siguen prácticamente en el punto en que lo dejaron.

Ya lo avisamos en la reseña del anterior volumen, pocos cambios nos íbamos a encontrar en esta nueva temporada de Ms. Marvel. De hecho, a lo que hemos asistido no es más que a un punto y seguido y los hechos de “los últimos días” son recordados por los propios personajes. No se hace alusión ninguna a cómo se solucionó aquella coyuntura, pero sí se referencia la misma, tratándola como una aventura más en el día a día de la heroína de Jersey. También se recuerda la participación de Loki y Capitana Marvel (quienes vuelven a hacer acto de aparición aquí) en aquella historia, fortaleciendo la cohesión entre la etapa que finalizaba y la que ha comenzado en estas páginas.

En este nuevo volumen la guionista decide dar mucha importancia a las dificultades de Kamala de compaginar todos los frentes que hay en su vida. Desde las responsabilidades superheroicas divididas entre su reciente adhesión a Los Vengadores y las hazañas locales como defensora de Nueva Jersey, a las no tan glamorosas responsabilidades familiares y escolares. Cual Peter Parker, nuestra heroína debe aprender a marchas forzadas a lidiar con el peso del antifaz sin perderse por el camino. Willow Wilson hace un trabajo soberbio al retratar las dudas y miedos del personaje protagonista y trasladándolas al público que las sigue.

Ahora que todo el mundo sabe quién es Ms. Marvel es hora de que Kamala sepa quién es ella misma y aprenda cuáles son sus prioridades. Sobre esto gira este cuarto volumen de la colección. Con la heroína puesta sobre el foco y sometida a un severo escrutinio público, empieza a aprender que la vida del vigilante no es tan divertida como se podía imaginar desde la distancia, y que llevar un antifaz no la exime de hacer frente a los problemas de la vida real. Wilson enfoca la historia desde un punto muy interesante y verdaderamente enriquecedor para poder acercarse a toda la audiencia, poniendo especial atención en las jóvenes generaciones, principales receptores de las andanzas de Ms. Marvel.

En este sentido la aventura sigue fiel al tono más o menos jovial, sin una gran carga de violencia, pero sin renunciar a ella cuando es necesaria para el devenir de la trama. La postura de los autores es la de no buscar, pero si se encuentran con escenas o temas más peliagudos para su jovenzuela audiencia, no lo intentan maquillar. Opción muy inteligente que ni trata a sus lectores con condescendencia, ni lastra la construcción del relato. La guionista subraya también bastante la comedia y el ejercicio de responsabilidad social, acercando la realidad musulmana para cargarse a golpe de viñetas los estereotipos o prejuicios que podamos tener; aspecto que debemos remarcar más que nunca a causa de los acontecimientos de los últimos meses en países tan dispares como Turquía, Francia o Irak. Quizás las nuevas generaciones aprendan a tener más cabeza que nosotros.