«¿¡Dónde estás tocando!?«

Parece mentira, pero continuamos una vez más con la saga del Ôsenkai que comenzara en el tomo anterior de Murciélago y, no sólo eso, sino que la trama no queda resuelta al final del octavo volumen de la serie de Kana Yoshimura, convirtiéndose en la primera trama de larga duración de este manga y una historia casi propia del shonen, con batallas contra subjefes y protagonismo para todos los aliados de la protagonista de nuestra historia. Lo que leemos en este tomo, para variar, es una burrada, pero la gran diferencia es la profundidad de lo que se nos está contando. Ya no estamos en el clásico caso de Kuroko contra un asesino en serie, sino que tenemos a nuestra asesina favorita embarcada en una misión que involucra a toda la policía y que busca aplastar a una peligrosa organización criminal.

Organización en la que, por supuesto, la mitad de los integrantes son consumados asesinos profesionales y peligrosos psicópatas (que de alguna manera hemos de poner en uso las habilidades de Kuroko y el resto de sus amigas), pero que es más interesante por lo que representa y lo que subyace tras lo sanguinolento de su proceder. Y es que el autor va directamente a por las organizaciones fascistas, para mostrarnos como una cualquiera de ellas puede permanecer en silencio por décadas para de pronto resurgir de sus cenizas si nadie se ha preocupado hasta entonces de ir sofocando periódicamente las llamas. Con todos los peros que pueda ponerse a esta serie y al planteamiento de este arco argumental, lo que queda muy claro es el pensamiento del autor acerca del daño que puede hacer una de estas organizaciones extremistas cuando logra escapar del radar durante un tiempo suficiente.

«No esperaba que fuerais mujeres…«

Es lo que ocurrió hace décadas con el Ku Klux Klan. Esta organización supremacista estadounidense nació con los estertores de su propia Guerra Civil y, cuando la violencia entre los Estados Confederados y los Estados de la Unión fue remitiendo, también fue perdiendo razón de ser y peso en la vida pública. Sin embargo, cuando en 1915 se estrenó El Nacimiento de una Nación (de D. W. Griffith), los rescoldos del odio al diferente y al desfavorecido se avivaron y el KKK resurgió con una fuerza apabullante que sigue manteniéndolos con vida a día de hoy ante el estupor de muchos y la complacencia de unos cuantos. Yoshimura reflexiona, de alguna forma, sobre lo difícil que es erradicar esta clase de ideologías y lo fácil que les es siempre encontrar a quienes las sigan a ciegas.

Murciélago #8

Murciélago #8 es un tomo más profundo y, quizás, maduro dentro de la colección, pero no pierde ni un ápice de su humor y esa alma gamberra que lo ha caracterizado desde la primera entrega. Personalmente, creo que es una de las apuestas más interesantes e infravaloradas dentro del catálogo de Panini Manga y no me cansaré de recomendarla hasta que me mandéis a la porra.