«¿Cómo se embosca a una hechicera que controla toda la realidad?«
Hace unos años Marvel decidió que ni la Bruja Escarlata ni su hermano Mercurio eran mutantes. Era bromi. Habían engañado a Cerebro, a Xavier, a los propios guionistas de la Casa de las Ideas y a los lectores durante décadas. Ello no negaba un pasado tan intensamente ligado con los hombres y mujeres X como el suyo, pero deshacía esa unión de cara al futuro, que no pintaba demasiado bien para los dos con la caída de los Inhumanos y el resurgir de las serie mutantes que llegaría después (porque no nos engañemos, todo esto jugó a favor de sacar a los mutantes de la ecuación mientras se mantenía a Wanda y a Pietro en el candelero en esa época previa a la compra de 20th Century Fox por parte de Disney).
Por suerte, tras la compra de la productora que tenía los derechos de los mutantes y los Cuatro Fantásticos y acompañando al enorme desembolso que ha hecho la casa de Mickey Mouse y compañía en la plataforma de streaming Disney+, llegó a nuestras pantallas la sublime Bruja Escarlata y Visión (Wandavision en el original) y el personaje de la poderosa bruja capaz de alterar la realidad con su magia del caos no sólo ha vuelto a ponerse de moda, sino que ha exigido de alguna manera que la Casa de las Ideas se ponga las pilas parea devolverla a ella (¿y a su hermano?) al lugar al que siempre ha pertenecido y del que nunca se debió marchar.
Así pues, Wanda visita Krakoa en el día de su mayor gloria… para acabar siendo asesinada a los pocos minutos de haber mantenido una misteriosa conversación con Magneto.
«No hay adamántium que manipular dentro de mí«
Espera… ¿QUÉ?
Puede parecer que matar a un personaje no es la mejor manera de reclamar su protagonismo, pero no olvidemos que ahora los mutantes disponen de los mecanismos necesarios como para asegurarse de que ninguna muerte sea permanente. La gracia aquí (y esto ya nos lo adelanta el personaje de Xavier) es que los ‘backups‘ de las mentes de Wanda y de Pietro que tiene Cerebro almacenados son, como no podía ser de otra forma, anteriores a la revelación al mundo de su condición de no-mutantes, así que si los krakoanos se deciden a devolverlos a la vida (en el caso de que Mercurio también estire la pata) podría darse el caso de que ninguno de los dos recuerde este pequeño detalle sobre su condición genética.
Para materializar todo esto en un cómic, Marvel le ha dado a Leah Williams la oportunidad de darle un cierre perfecto a su serie de Factor X, con un evento mutante de enjundia en el que el equipo de mutantes a su cargo es protagonista, pero en el que, además, está pudiendo jugar con todo el resto de piezas del tablero krakoano. La historia continúa allí donde terminara S.W.O.R.D. #6, pero da un par de saltos temporales que nos privan de un pelín de ese contexto que siempre viene bien para entender del todo lo que está ocurriendo. Además, Williams pinta a un Magneto que se comporta bastante más como el desquiciado y agresivo personaje de la serie de 2015 de Cullen Bunn y bastante menos como uno de los soberanos de Krakoa. Todo tendrá su explicación al final, supongo, pero no es el mejor de los comienzos para un evento de esta envergadura.
Con todo Patrulla-X: El Juicio de Magneto #1 se lee con avidez y planta la semilla del posible regreso de dos personajes injustamente apartados de la órbita mutante desde hace ya demasiados años.
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