«Bienvenido a casa cielo«
Si hay algo que puedo criticar de la actual etapa de Marc Guggenheim al frente de la Patrulla-X es, precisamente, aquello que está fuera de su control. El guionista enviaba hace unos meses a Kitty y los suyos a prisión preventiva a la espera de juicio en medio de un clima cada vez más anti-mutante producto de los continuos tejemanejes y la manipulación de la opinión pública perpetrada por Lydia Nance, este hecho tiene sus consecuencias en el Patrulla-X Oro #74 (#12) de julio, pero (gracias a los plazos y a las prisas que la Casa de las Ideas tiene por que todo funcione según un determinado plan) lo que parecía que podía haber condicionado a los mutantes durante una larga temporada se deshace en apenas un mes para dejar paso al gran evento que nos espera en este recién estrenado mes de septiembre.
Así pues, a los lectores nos queda el consuelo de que la serie está siendo condenadamente entretenida a pesar de sus editores. En el primero de los dos números que nos ocupan hoy vemos a Kitty Pryde, Ororo y Rachel Summers vestidas de naranja y compartiendo sus vidas con las del resto de reclusas en una cárcel especialmente diseñada para contener a los mutantes díscolos. Sin embargo, estar rodeadas por muchas de sus enemigas más acérrimas no supone un verdadero incordio para unas heroínas privadas de poderes: la sala peligro (y Lobezno en el caso de nuestra líder) ya se ocupó de eso años atrás, convirtiéndolas en máquinas de matar con patas.
«Este sería un momento maravilloso para una mutación secundaria«
Aún así, tener a parte de los pesos pesados de los X-Men entre rejas no es una buena idea en un mundo que siempre encuentra la forma de irse al garete. Scythian, el destructivo dios de la Zona Negativa al que nuestros héroes se enfrentaron hace no demasiado, ha seguido a los mutantes en busca de venganza y la ausencia de los grandes fichajes hace que Guggenheim se ‘vea obligado’ a tirar de los jugadores suplentes. Lo que ocurre es que en un equipo como el de los hombres y mujeres X hablar de suplentes es como cuando uno hace lo propio con los mismos en equipos como el Real Madrid o el Barcelona. En cuanto que el equipo principal de X-Men pisa el banquillo sale a jugar un equipo formado por Tinta, Magma, Magik, Armadura y, sobre todo, Pícara y un Hombre de Hielo que vuelve a casa justo a tiempo para demostrar que tiene lo que hay que tener para convertirse en el líder de los mutantes en un momento de necesidad. Toda una declaración de Gugganheim, que le dice al mundo dos cosas: que la cantera de los mutis da como para veinte series y que los miembros de la Patrulla de toda la vida han crecido y son ahora líderes natos como lo fueron Charles Xavier y Cíclope antes que ellos.
Poco dura el recambio, por desgracia. En Patrulla-X Oro #75 (#13) ya los tenemos de vuelta a todos sin que las paredes de una cárcel o unos simples anuladores de poder signifiquen nada si las cosas se han puesto peliagudas para la humanidad y, más concretamente, para los franceses. Es normal, hay que dejar vía libre para que, a partir del siguiente número, podamos disfrutar de la sonada boda entre Kitty y Coloso (a ellos no parece irles mal en la cárcel, puesto que no da apenas tiempo a tratar sobre sus días (o minutos) en chirona) antes de que Marvel lance a los mutantes al evento que devolverá a la Patrulla-X del pasado a su momento correcto y a la subsecuente vuelta a las colecciones de X-Men y Uncanny X-Men que ya comienza a sonar al otro lado del charco. Lo dicho: Patrulla-X Oro mola a pesar de su editorial.
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