«Un dios de océano. De velocidad. De fuerza«
Estaba pensando como enfocar esta reseña cuando una frase se ha dibujado en mi mente: ‘Quizás Galactus debería seleccionar mejor a sus heraldos‘. Y es que seamos realistas. La oferta de trabajo es bien clara: ‘Se busca ser de grandes aptitudes y recursos para recibir un chute de poder a cambio de buscar alimento para un devorador de planetas‘. Y, sin embargo, los distintos personajes que han ejercido de heraldos de Galactus han sentido en uno u otro momento remordimientos por aquello de condenar a la muerte o al exilio a millones de seres vivos y han terminado por enfrentarse o traicionar al casi todopoderoso ser. Quizás le vendría mejor entregarle los poderes cósmicos a un personaje como Dientes de Sable, sin moral ni grandes ambiciones. Pero claro, yo no soy especialista en recursos humanos. Qué sabré yo.
Bromas aparte, Donny Cates dedica este segundo número de su etapa en Thor a seguir desarrollando y dando forma a la amenaza final contra la que tendrá que luchar nuestro protagonista y a presentar el nuevo trabajo del dios del trueno como director de cáterin para un cada vez más fuerte Galactus. El tema es que este director de cáterin tiene alma de dietista y decide quitarle la cobertura y el crujiente que le dan los seres vivos a los planetas que necesita devorar el coloso, pero como (aparte de todo ello) tampoco gusta de desperdiciar comida, vemos en este número que ha decidido enviar a los supervivientes de cada planeta a Asgard.
«No hay gritos, ni plegarias a dioses o héroes«
Esta decisión va a traer cola. Porque intuyo que no estamos hablando de una pareja de cada especie y supongo que la tierra de los asgardianos no doblega a las leyes del espacio. Esto me lleva a pensar que, mientras el hijo de Odín se parte la cara por el espacio, sus súbditos van a enfrentarse a unos problemas que guardan un interesante (por la reflexión que nos obliga a hacer) parecido con los problemas de presión migratoria a los que se enfrenta actualmente el mundo ‘civilizado’. Además, estamos metiendo en Asgard a refugiados de muy diferentes tradiciones, moralidades y cultura. Thor corre el riesgo de regresar a un hogar que esté viendo como se preparan para combatir salvadores y salvados.
Y con todo esto, viene para sumarse a la fiesta el invitado al que vemos en las últimas páginas de este tomo, un héroe que no creo que vaya a tomarse muy bien que Thor se haya pasado al equipo de Galactus. Lo cierto es que poco podemos aventurar todavía de la nueva serie de Cates, pero sí que es verdad que apunta maneras con la apertura de más de una línea argumental y con la participación de todos los personajes clave dentro de la historia del dios nórdico.
Por último, cabe mencionar el guiño a las últimas películas de los Vengadores que vemos al principio, mezclado con una clarísima referencia al universo comiquero de la Distinguida Competencia (la frase que abre este artículo y las imágenes y colores de las primeras páginas son clave). Cates nunca ha sido ajeno al humor y, pese al tono oscuro de esta nueva etapa, ardo en deseos de verle escribir chistes y chascarrillos como los que nos regaló en su época al frente de Thanos y su Motorista Fantasma Cósmico.
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