«Menuda forma de marcar el principio«
Me quejaba (por lo bajini, porque en el fondo me divertí) en mi anterior artículo de lo poco que había pasado en My Hero Academia #20. Los dos últimos tomos de la colección han girado en torno a un festival estudiantil que ni hacía falta ni aportaba nada nuevo a los personajes del manga de Kohei Horikoshi. Sólo veía un resquicio de esperanza en los últimos capítulos del tomo anterior (que leyéramos allá por febrero, cuando el mundo no se nos caía a pedazos). Ahora por fin vuelvo a tener en mis manos un nuevo tomo de la colección que está publicando Planeta y no sólo se confirman mis esperanzas, sino que me encuentro con un My Hero Academia #21 que es tan intenso que al terminarlo tenía la sensación de haber avanzado un par de tomos más.
Podemos dividir esta entrega en tres partes bien diferenciadas. La primera continúa allá donde lo dejó el tomo anterior: Endeavor es ahora oficialmente el nuevo referente dentro del mundo de los héroes y se convierte, por tanto, en la diana perfecta para un nuevo tipo de Nômu, virtualmente indestructible y con un resquicio de inteligencia que lo convierte en un rival formidable, incluso para la alianza que forman Endeavor y Hawks. La batalla es una pasada. La limitada capacidad de curación y regeneración con la que cuentan los héroes hace que combates como éste se conviertan en una incógnita de número en número y ver en acción por una vez al padre de Todoroki nos ayuda, por fin, a comenzar a comprenderle y empatizar tanto con él como con su desestructurada familia, con la que compartimos una escena final (una vez acabada la batalla) que sirve para conocer un poco mejor hasta dónde llega la evolución de uno de mis personajes favoritos de este manga.
«Deben aprender que la conspiración es algo impuro«
La segunda parte es mucho más corta que la primera y, sin embargo, escarba en un asunto que es de importancia capital para el cómic. En ella nos son revelados algunos fundamentos más de los poderes de All for One y One for All del principal villano y del protagonista de esta historia. Midoriya visita en una suerte de sueño un espacio en el que logra contactar con los antiguos usuarios de su poder y nos queda claro de inmediato que ni esta va a ser la última vez que lo veamos por estos lares ni que las cosas que aquí se nos revelan son baladíes. Ya sólo con la primera mitad del cómic y con este capítulo basta para que salgamos satisfechos de lo que hemos leído este mes, pero aún queda la segunda mitad del tomo para relatar esa tercera parte de la historia que había mencionado antes.
Ésta no es otra que el inicio de una nueva saga de entrenamiento en el que el autor hace que se enfrenten los grupos A y B de la Yuei mientras prueba a un nuevo aspirante a héroe y nos muestra el modo en el que cada uno de los compañeros de Deku ha ido haciendo evolucionar sus poderes. Es ésta una saga clásica del shonen (una vez más), pero no sólo no me molesta, sino que resulta interesante ver como el mangaka ha sabido seguir preocupándose por muchos de los personajes más secundarios de su obra, tratando de darles nuevas habilidades y técnicas, a fin de que no parezca que sólo el protagonista y los más fuertes de entre sus compañeros progresan conforme el curso escolar avanza.
My Hero Academia #21 vuelve a hacer que queramos seguir leyendo esta colección tras el bache que supuso el tomo anterior. Y lo hace con un tsunami de nuevos datos que vamos a necesitar digerir poco a poco.
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