Cable, Capitana Britania, Cifra… las espadas krakoanas desvelan todas sus identidades y se hacen con las susodichas espadas, llaves para poder acceder a la contienda orquestada por Saturnina, regente de la Ciudadela de Otromundo. Panini Cómics publica el segundo volumen (de tres) de X de Espadas, el evento mutante que viene a marcar el primer gran punto de inflexión para la nación krakoana desde el terremoto que supuso su fundación.

«Por encima de todo… quiero Krakoa«

Con esa importancia en mente, Pepe Larraz vuelve a dejarse caer por el evento para firmar el capítulo central del mismo, en el que se desvela una nueva tirada del tarot que señala cuáles pueden ser los hitos a los que se han de enfrentar nuestros protagonistas ya en el tercer tomo. Y esa es una de las claves de X de Espadas. Desde el primer momento Tini Howard y Jonathan Hickman (principales arquitectos del mismo) se proponen jugar con la anticipación y las expectativas.

Sabemos que todo forma parte de un plan de Saturnina, aunque desconocemos cuál. Sabemos también que dicho plan tiene unas reglas marcadas, pero tampoco sabemos cuáles son. Los autores nos ponen al mismo nivel que a los protagonistas. Sabemos que no hay nada al azar y que somos meros títeres de Saturnina. La cuestión es, ¿seguiremos su juego o intentaremos revelarnos? Ese es el dilema que se le presenta a la Patrulla-X krakoana, pues en cuanto comience la contienda, ya no podrán dar un paso atrás.

En este sentido, se instala también una sensación de incertidumbre. Queda un solo volumen es al final de este segundo cuando llega la promesa de acción y combates entre las espadas. Hasta ahora hemos profundizado en los orígenes de Arakko y esta historia oculta de los mutantes, y también hemos asistido a la formación de los bandos que lucharán por el destino de Krakoa; pero nos falta la pieza clave, esa que Hickman y Howard están guardando tan celosamente. El viaje hasta ahora está siendo súper satisfactorio, ¿pero estará el clímax a la altura de las expectativas?