«Y si estás a salvo, te vuelves blando«
Seguramente Benjamin Percy lleve años haciendo grandes cómics. Sin embargo, yo le conocí principalmente por su etapa al frente de Green Arrow en DC. Aquella serie, con dibujos de Juan Ferreyra (entre otros), supuso una fabulosa reivindicación del personaje, en horas bajas tras la salida de Jeff Lemire de la editorial rumbo a la Casa de las Ideas, pero acabó tan de repente como había comenzado y nunca me había terminado de explicar el por qué de la desaparición de Percy. Meses después, tras descubrir la miniserie de Lobezno: La Larga Noche, su futura implicación en la cabecera individual del mutante de las garras de adamántium y, ahora, al verle al frente de una de las series que nos trae Amanecer de X, por fin uno las piezas del puzle.
Marvel se ha hecho con los servicios de un tipo que no le tiene miedo a los grandes iconos. A levantarlos, derribarlos y volverlos a presentar bajo una apariencia nueva. Un señor que ha sido capaz de recoger a personajes bastante machacados y dotarlos de nuevo lustre y esplendor sin renunciar a nada de lo que los caracteriza. Su Oliver Queen hizo todo lo que los lectores esperaríamos que hiciera. Pero a la vez estaba viviendo una aventura nueva en un mundo, el del Renacimiento deceíta, que echaba mucho de menos a un justiciero como él.
«Decidme que no es verdad«
En el ámbito de la especie mutante que habita Krakoa y en las cuatro series que hemos visto hasta ahora nos hemos encontrado con que Amanecer de X está siendo una balsa de aceite en comparación con el habitual drama en el que viven inmersos los hombres y mujeres X. Percy, que en esta ocasión viene acompañado del dibujo de Joshua Cassara, acaba con esta ilusión antes de que termine el primer mes de esta nueva etapa. El guionista nos muestra a otros enemigos de los mutantes más allá de los que hemos visto en Patrulla X y los lanza contra la propia isla para demostrar que, sin las debidas medidas de seguridad, los mutantes se arriesgan a revivir Genosha.
Hace falta, por tanto, la aparición de un cuerpo de operaciones especiales (o encubiertas) que se haga cargo de aquellos temas en los que ni la diplomacia ni los chantajes de la rama del Fuego Infernal surtan efecto. Un equipo que funcione como unidad de choque y como primera barrera frente a toda amenaza. Los integrantes de esta agrupación (aunque no hayan sido todos presentados en este número) son los que podéis ver en la portada del este cómic (por lo que cabe esperar acción a raudales y toda clase de violencia) y el motivo de su reunión lo encontramos al final de este primer capítulo, en un momento que no os puedo desvelar sin destrozaros la trama de todo lo que hemos leído (y lo que vamos a leer) y que demuestra que, pese a haber asegurado que todas estas series se podrían leer por separado, la presencia del bueno de Jonathan Hickman tras los mimbres de todas estas historias casi obliga a los lectores a estar al tanto de todo lo que se cuece en cada serie de los homo superior.
Por mi parte me doy con un canto en los dientes: tengo a un autor que me gusta bastante al frente de una serie que siempre me ha llamado la atención y que, esta vez sí, se libra de la absurda cadencia bimestral a la que nos había intentado acostumbrar Panini desde hacía ya un tiempo.
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