«Y ahora ha ocurrido algo que hace posible un nacimiento… o renacimiento«
Me imagino que una tarde cualquiera en casa de Benjamin Percy suena el teléfono: «¿Dígame?«, dice el guionista (en inglés, claro, pero aquí os ofrecemos la versión doblada). «Buenas tardes señor Percy. Somos los señores de Marvel que le pagamos la nómina. Verá, sé que le pedimos una historieta con Kraven por aquello de que vaya a ser el próximo protagonista de una de las simpáticas adaptaciones que está perpetrando Sony en el cine. Pero es que además se supone que los dos últimos números de X-Force deberían formar parte del crossover con los Eternos y los Vengadores y no hemos visto nada de eso en el material que nos ha enviado«. Se hace el silencio. De fondo el empleado de la Casa de las Ideas cree escuchar el tic tac del viejo reloj de péndulo que le gusta imaginar que el guionista tiene en su sala. Al final, el escritor responde: «Si introduzco una escena en la que Kraven se despelota delante del Celestial porque sí, porque así demuestra lo mucho macho que es, ¿os bastaría?«.
«No pedimos más. Es siempre un placer hablar con gente tan razonable como usted señor Percy«.
Y ya está. Eso es todo lo que vais a ver de V. X. E.: El Día del Juicio en el número de X-Force que tenéis entre manos. Si el mes pasado ya me dio hasta vergüenza incluirlo en el evento a través del título de mi reseña, este ya directamente me provoca jocosidad. Porque o bien Percy es un cachondo o el evento de marras se le ha atragantado cosa mala (ya os contaba en la grapa de Lobezno que no es que esté muy por la labor de darle importancia a lo que diga o deje de decir un Celestial resucitado). La cosa es que toda esta cacería mutante de Kraven, que comienza de manera real en el número del mes que viene (y terminará un número después), me resulta un intento descafeinado por traer de vuelta al villano de Spider-Man de cara que este mismo 2023 lo veamos en el cine con la cara de Aaron Taylor-Johnson (Tenet, Bullet Train). Me da en la nariz que la conversación tan simpática que me he imaginado un párrafo atrás no dista demasiado de la realidad y que en ese momento de silencio en el que casi se podía oír la estática a ambos lados del teléfono el guionista estaba mordiéndose los nudillos para no gritarle un par de improperios al pobre becario que le llamó para recordarle quién paga y las cosas que uno ha de hacer por ello.
«La isla está siempre cambiando. Y supongo que nosotros con ella«
Con todo, Percy es capaz de sacar petróleo de la situación y aprovecha para mostrarnos hasta qué punto los integrantes de X-Force están cada vez más irreconocibles. Me recuerda a cuando Joaquín Sabina decía eso de ‘Y cada vez peor, y cada vez más rotos / Y cada vez más tú / Y cada vez más yo, sin rastro de nosotros‘. Poco podemos decir ya de Bestia, de quien ya ha renegado casi cualquier ser sintiente de Krakoa. Pero es que Sabia se ha entregado a la bebida para olvidar las atrocidades que están haciendo en aras de la pax krakoana, Lobezno y Dominó ya apenas cuentan más que como unos contratistas para una formación en la que fueron piezas fundamentales, Rojo Omega ha tenido que morir y resucitar un par de veces para volver a trabajar con ellos y Masacre… se ofrece por fascículos a Kraven en un intento por caerles bien a sus nuevos compañeros.
X-Force es una familia tan sumamente disfuncional que esto tiene que terminar por estallar más pronto que tarde. Por si fuera poco, Bestia se atreve en esta entrega a establecer mutantes de primera y segunda categoría al insinuar que no se les debería garantizar la entrada en el país insular a los refugiados que Rojo Omega rescata de manos de los rusos. La cosa lleva mucho tiempo en una deriva tan siniestra que, a su lado, la serie del Motorista Fantasma (que también está publicando Percy a través de Panini en nuestro país) es un alegre viaje por los Estados Unidos de la fantasía.
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