«Él está más jodido que cualquiera de los que salen ahí«
Siempre he querido vivir en un pueblo. Alejarme del ruido, la tensión, las luces y el peligro de la gran ciudad para perderme en las solitarias calles de una villa cualquiera, sin más perturbación que el ocasional paso de un automóvil por la carretera comarcal y con la paz que da conocer el nombre y apellidos de todos los vecinos que te rodean. La vida en un pueblo es, sin duda alguna, una apuesta firme por la calidad frente a la inmediatez y la facilidad que ofrecen las ciudades. Una válvula de escape frente al ritmo de la vida moderna que, además, no tiene por qué significar una desconexión completa en unos tiempos en los que internet lo acerca todo a la puerta de nuestras casas, ya sea nuestro trabajo, la compra o la cultura.
Entonces, ¿todo genial? Bueno, siempre que pienso en hacer las maletas me acuerdo de uno de los libros de sir Arthur Conan Doyle en los que se recopilaron las aventuras de su más insigne personaje, Sherlock Holmes. En uno de los muchos casos que resuelve el famoso detective en compañía de Watson (creo recordar que en el del Sabueso de los Baskerville, pero no me hagáis mucho caso) Holmes le advierte a su compañero sobre la vida en la campiña inglesa, hogar de los crímenes más horrendos, al amparo de la soledad y la certeza de que nadie va a ir a socorrerte cuando tus gritos no los escucharán en kilómetros a la redonda.
«Si te resulta insoportable, suicídate«
Esta siniestra manera de ver las cosas es la que refleja Brian Azzarello en la nueva serie que publica Planeta en España perteneciente al sello norteamericano Aftershock. El guionista habitual de DC se une con American Monster a una larga lista de escritores que han sacado el crimen de las calles de las grandes metropolis para llevárselo a los aparentemente tranquilos pueblos del interior estadounidense. En esta misma editorial española hemos visto alguno (Dead Body Road creo recordar) y si exploramos fuera nos encontramos con decenas de ejemplos como el Revival de Aleta o maravillas como Fargo o Tres Anuncios en las Afueras, ya en el terreno del celuloide. La misma familiaridad que tanto me atrae de la vida rural es un arma que esgrimen muchos autores para justificar venganzas que se extienden en el tiempo y maneras de relacionarse que sólo se pueden comprender desde la perspectiva de quien nota cómo la vida se le escapa de entre los dedos de las manos en un pueblo que le impide dar salida a sus ambiciones y sueños más secretos.
American Monster nos lleva a uno de estos pueblos perdidos de la mano de Dios y nos enfrenta a una montaña sin fin de secretos y mentiras que van explotando una tras otra en la cara de los protagonistas tras la llegada a la villa de un hombre desfigurado que parece guardar alguna clase de relación macabra con parte de los matones y dirigentes en la sombra de la olvidada urbe. Poco nos da tiempo a ver en esta primera entrega, salvo el hecho de que no hay ni un solo personaje que parezca cien por cien bueno (si acaso el ayudante del sheriff) y que el relato tiende a abusar de los clichés de una manera casi enfermiza. Habrá que esperar todavía un buen puñado de meses (este tomo recopila los primeros cinco números americanos y en esas tierras llevan siete publicados) para ver hacia dónde se dirige una historia que no ofrece grandes novedades para el género, pero que funciona muy bien dentro del relato de crimen rural que nos hace sentir que nuestras ciudades no son tan inseguras como creíamos.
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