«¿Y si yo fuera un agente gubernamental en una misión secreta?«

Me sorprende del cuarto tomo de Asadora que, pese a que es el que más a fondo se mete en la trama principal que mueve al nuevo manga de Naoki Urasawa, es también el que más hincapié hace en los aspectos más familiares de la historia de Asa y el que más foco pone en algunas de sus tramas secundarias. Esto se debe, a mi entender, a la manera en la que el autor nos cuenta cómo funcionan las casualidades y las coincidencias fortuitas. En cómo éstas pueden ser decisivas para que la historia siga por uno u otro camino a partir de un punto crítico. Así, que uno de los hermanos de Asa se ponga malo, que ella no esté para lidiar con los problemas (en apariencia infantiles) de sus amigas o que el Jefe descubra que ha de proteger a su pupila de los curiosos y los entrometidos van a tener consecuencias decisivas sobre cómo se desarrolla el final de este tomo y sobre las vidas de muchos de los personajes implicados en esta obra publicada en España por Planeta Cómic.

Así es Asadora, tan pronto te está hablando de un monstruo irreal en las aguas que rodean a las islas de Japón, como se va de paseo por el lado oscuro de la nación nipona de mediados del siglo pasado. Este no es realmente un cómic de ciencia ficción y monstruos aterradores, sino que es la biografía ficticia de una chica increíble a la que le tocó vivir una enorme cantidad de experiencias límite, entre ellas la aparición del condenado monstruo. El resto de personajes de esta trama se convierten automáticamente en extras que se ven arrastrados por el carisma salvaje de este personaje. Hasta el punto en que nos queda bastante claro cuál es la prioridad para Asa entre un resfriado de sus hermanos y el futuro de su nación tras el final de la II Guerra Mundial.

«¡¡El futuro de Japón está en juego!! ¿Y tú esperas que haya tiempo para divagar en teorías científicas?«

Hay algo de todo esto con lo que me siento plenamente identificado y que, de alguna manera, es muy común a las obras de Urasawa. El común de los mortales, gente como tú y como yo, no es capaz de cambiar el curso de la historia con sus propias manos. Tampoco somos capaces de curar el SIDA o de erradicar el hambre en el mundo. Pero somos capaces de ser decisivos en la vida de las personas que nos rodean. No salvándoles de un camión sin frenos o pagando lo que les resta de hipoteca, sino estando ahí en un día de extrema tristeza o ayudándoles con ese examen que les tiene sorbida el alma. La vida es una serie interminable de momentos en apariencia anodinos y que, sin embargo, son claves para nuestro futuro o el de las personas que nos rodean. Urasawa viene a indicar que cada cosa que hacemos, cada decisión que tomamos y cada elección que se nos presenta tiene el potencial de ser decisiva o de ser irrelevante, por lo que deberíamos vivir la vida como si cada cosa que hiciéramos contara.

Asadora #4

Este mensaje es positivo y esperanzador. Y es común a obras suyas como Master Keaton o Monster. Es un mantra que nos debería ayudar a vivir la vida con mayor intensidad, sin creer que cada día o cada cosa que hacemos se hunde en el vacío de la insignificancia. No creo que ninguno de nosotros vaya a enfrentarse a un enorme monstruo (aunque dada la manera en que se están desarrollando estos últimos años cualquiera lo descarta), pero sí que es posible que nos toque cuidar de un familiar enfermo o que un amigo nos pida ayuda en un momento de necesidad y puede que pasen años hasta que descubramos la importancia real de esa vez que nos preocupamos más por el prójimo que por nosotros mismos. Un potente mensaje en la era del individualismo.