«¡No pienso tirar la toalla! ¡¡Esto no a hecho más que empezar!!«
Cualquiera diría que si hay algo que define a Naoki Urasawa son sus tramas complejas, su gusto por las localizaciones y los contextos realistas y un cierto tono oscuro en sus obras. Sin embargo, si hay algo que veo repetirse en muchas de sus obras es la presencia de personajes femeninos superlativos, héroes anónimos que se ganan el clamor de un pueblo que los siente como cercanos y una constante reflexión en torno a los lazos familiares. Estos tres ingredientes se juntan una vez más en ¡Asadora! y que, lejos de producirnos el hastío que da la lectura repetida de los mismo conceptos, convierten a este manga en uno de lectura muy agradable y sencilla. Es fácil querer a Asa, es fácil empatizar con ella pese a su aparente facilidad para destacar sobre cada uno de los obstáculos que le pone el camino y es divertido e intrigante tratar de averiguar hacia dónde nos pretende llevar esta nueva historia del mangaka detrás de Monster y 20th Century Boys.
Por de pronto, esa huella que viéramos al final del primer volumen de la colección que publica Planeta Cómic y que rompía el aparente realismo de la narrativa, se confirma como un elemento de fantasía en esta historia acerca de la simpática cría en el tenebroso entorno de una ciudad arrasada por un tifón. Pero la presencia de una entidad monstruosa no es, ni mucho menos, la parte central de este volumen (aunque ya vemos que poco a poco esta historia va a ir ganando peso e importancia). No, la primera mitad de ¡Asadora! #2 sigue recorriendo las calles devastadas por el oleaje para mostrarnos sus terribles consecuencias para todos los habitantes de la zona. Incluyendo esto a una protagonista que habrá de tirar de coraje para avanzar, dejando muy claro la clase de personaje que es: uno sobre los que más disfruta Urasawa escribiendo.
«Saber atraer a la suerte es una de esas habilidades«
La segunda mitad del libro da un salto de un lustro para presentarnos a una Asa Asada de diecisiete años que se gana la vida pilotando una avioneta a mediados de los sesenta en Japón. La vida no le ha tratado ni bien ni mal a nuestra protagonista, capaz (como lo fuera Kanna en 20th Century Boys) de ver retazos de color en el día más gris. Pero sigue buscando una explicación para todo lo que vivió en ese fatídico día de su cumpleaños, cuando las inclemencias se llevaron por delante a familia y amigos por igual. Éste, como ya dijera en mi reseña anterior, es otro de los sellos identificativos del autor y otra de las armas con las que nos consigue enganchar una y otra vez: los saltos temporales. Pero no saltos al tuntún o continuos flashbacks a lo Perdidos (aunque la serie sobre Amigo tirase bastante de ellos), sino verdaderos paréntesis de años que nos permiten continuar con la historia de una manera orgánica, rellenando nosotros mismos los huecos temporales con lo que nos parezca más lógico dada la evolución de los personajes. Esta treta hace que el lector se sumerja completamente en el manga, sintiéndose como una parte más del proceso creativo.
Quisiera acabar mencionando el curioso detalle de las portadas con las que nos encontramos en esta colección. De los tonos sepia de la cubierta de ¡Asadora! #1 pasamos a pequeñas motas de color en este número y saltaremos a fotografías a todo color en el siguiente. El paso del tiempo queda retratado en cada volumen de esta obra y no sólo eso, sino que nos da la impresión de estar contemplando un viejo álbum de recortes en el que la vida de una mujer está quedando relatada. No olvidemos que las primeras páginas del anterior volumen nos llevaban hacia el año 2020 que tan lejos nos parece ahora, así que aún nos queda mucha vida de Asa Asada por descubrir y disfrutar.
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