«¿Cómo diablos no te has muerto?«
Cuando Jason Aaron aterrizó definitivamente en Marvel y consiguió un hueco como guionista de la serie de Lobezno lo primero que hizo fue meterle en una historia en la que sus creencias religiosas (ninguna hasta esa fecha) se verían sometidas a una prueba y casi lo último fue hacerle bajar al infierno para enfrentarse con el mismísimo Satanás. Es así, el sentir religioso de este escritor de cómics norteamericano nos quedó muy claro desde el principio y de cuando en cuando le gusta volver a sacarlo a pasear (lo cual, por otro lado, es completamente válido y razonable). Por eso precisamente no nos sorprende demasiado el tema del nuevo cómic del actual guionista de Thor y Star Wars. Aaron nos lleva a la Tierra 1655 años después de que Adán y Eva fueran expulsados del paraíso y centra su mirada en Caín, el primer asesino de la humanidad, que vaga por los yermos campos que fueron un día hermosos jardines mientras espera a que Dios le permita morir.
Sí que sorprende algo más la realidad que nos ofrece el autor. Con lo que nos encontramos es con una humanidad depravada, que ha retrocedido a un estado de barbarie y degradación absolutos, que ha renegado de Dios y que se limita a sobrevivir a costa de los más débiles en una suerte de dinámica autodestructiva que no augura nada bueno. En medio de este panorama Aaron planta a Noé, pero no como el elegido de Dios que lleva a cabo su obra por piedad y por amor a su familia, sino como otro monstruo más de entre todos los que pueblan este cómic, que poco se diferencia del hermano de Abel y que usa al resto de los seres humanos como meras herramientas para cumplir su plan ‘divino’.
«¡Venid aquí y pelead como hombres, joder!«
Así de pesimista es el tono del álbum que escenifica el reencuentro entre el de Alabama y r.m. Guéra años después de su colaboración en Scalped, el cómic que encumbró a Aaron. La química de esta pareja es innegable y el rodaje que ambos han ido haciendo hasta volver a verse las caras explota en un cómic que cuenta muchísimo sin necesidad de palabras y que recuerda aún más a Caballo Terco con sus puntuales ataques de furia homicida en medio de la degradada reserva india que guionista y dibujante plasmaron con maestría allá por 2007. La acción puede ahora trasladarse a un lugar ignoto en un tiempo pretérito, pero el mensaje vuelve a ser muy parecido: la humanidad es la mayor parte de las veces su mayor y más peligroso enemigo.
Aaron nos pone frente a un personaje hastiado de la vida, sin arrepentimiento por sus pecados y, sin embargo, consciente de todo lo que perdió el día que acabó con Abel. Es un antihéroe repleto de desesperanza en un mundo que desprecia y al que ha dado la espalda. Sólo la posibilidad de hallar la muerte a manos de algo o alguien guía sus pasos por el pudridero en que se ha convertido el mundo desde que su error condenó a la humanidad. Hay esperanza también, y amor, pero el valor que aportan es escaso y prevalecen el odio, el hambre de sangre y destrucción y el salvajismo en una historia que nos recuerda lo cerca que estamos siempre de acabar con nosotros mismos.
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