«Si somos estables, no será la situación la que nos maneje«
Probablemente ya lo haya dicho en alguna reseña anterior sobre el cómic japonés, pero desde hace unos años vengo constatando que cada shonen gira en torno a una idea clave, sobre la que pivota la historia de sus protagonistas. De igual modo que casi todos los mangas para adolescentes japoneses nos hablan de un viaje (hacia el tesoro del One Piece, para convertirse en Hokage…) en su lectura siempre subyace una idea más o menos obvia que viene a ser la obsesión personal del autor y la gran enseñanza final de la historia (la amistad o la aceptación por seguir con los mismos ejemplos). No hay un sólo shonen que se libre de esto y, en el fondo, es parte de la gracia de estos cómics nipones.
Pues bien (y repito que puede que esto ya lo haya dicho), My Hero Academia va revelando con cada nuevo número que nos deja ver que su idea central, su mantra, no es otro que el crecimiento. Hacerse mayor, evolucionar y adaptarse al duro mundo que nos espera más allá de las clases y las rutinas escolares. ¿Hay poderes? Claro. Y Luffy se estira y Naruto tiene un zorro de nueve colas en su interior, pero bajo ese barniz de aventura y ciencia ficción hay una historia sobre un grupo de chavales que aprenden a enfrentarse a la realidad que hay más allá del protector abrazo de padres y profesores.
«¡Vamos a proferir el grito de guerra!«
Este crecimiento lleva a los protagonistas de este cómic a presentarse a un nuevo examen en este tomo. Toca tratar de obtener la licencia provisional de héroes como un paso esencial en su camino para emular a sus ídolos y sus maestros y, con esta excusa, Kohei Horikoshi nos planta otro clasicazo de los mangas de este género: la batalla contra otras escuelas. La estructura de este nuevo examen no difiere demasiado de lo que ya hemos visto en el festival estudiantil y, antes que eso, en las pruebas de acceso a la Yûei, pero le permite al autor presentar todo un nuevo conjunto de personajes con poderes de lo más loco (lo del tal Seiji Shishikura me ha parecido tan bestial que sólo se le podría ocurrir a un mangaka). El peso de todos estos caracteres está aún por ver y a buen seguro a muchos de ellos no les volveremos a ver más que de refilón, pero hay al menos un par que postulan con fuerza para ganarse más minutos en el futuro de esta serie. Poco se les ha visto por aquí para lo mucho que prometen tanto sus poderes como su personalidad.
Todo esto nos conduce a un tomo muy divertido en el que los personajes se han de estrujar el cerebro para seguir adelante y en el que Horikoshi ha querido ensalzar la capacidad para trabajar en equipo de todos (sí, todos) sus personajes preferidos. El autor nos sirve como aperitivo, en los dos primeros capítulos una primera evolución del aspecto y el traje de los aprendices de héroe para después lanzarlos de cabeza a una batalla en la que van a tener que demostrar hasta qué punto han crecido desde que entraron en la prestigiosa escuela para usuarios de dones. La trama principal del manga, el enfrentamiento con All for One, su aprendiz y los lacayos de éste tendrán por tanto que esperar a que el autor vuelva a querer dedicarse a ello. Mientras tanto toca disfrutar de lo que la vida escolar de nuestros protagonistas es capaz de ofrecer.
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