Uno de los aspectos más fascinantes del El Planeta de los Simios es que, tomando como puntos de origen la actualidad y punto final los acontecimientos narrados en los dos films protagonizados por Charlton Heston, las historias que pueden contarse son innumerables. Algo similar a lo que ocurre con el universo expandido de Star Wars, pero con la salvedad de no tener que trasladarse varios milenios en el pasado. En unos pocos cientos de años las posibilidades para crear nuevas aventuras son inmensas, como la que nos propone La Larga Guerra o la que pudimos ver en cines con Batalla por el Planeta de los Simios (película con unos cuantos en común con este cómic).
La acotación temporal permite que los elementos más icónicos (especialmente la figura de César) no se difuminen o se diluyan en el terreno de las leyendas, sino que su influencia siga siendo muy fuerte, acercando el relato a quienes no conozcan más de este cosmos simiesco que por la película original o el reboot de Rupert Wyatt (y posterior secuela). Es tremendamente sencillo acercarse a cualquiera de las historias del Planeta de los Simios. Una cualidad de la que disponen pocas franquicias.
La colección de Daryl Gregory y el dibujante Carlos Magno se sitúa en torno al año 2680, en un contexto en el que humanos y simios aún se esfuerzan por mantener una coexistencia pacífica a pesar de los continuos recelos y las posiciones cada vez más extremas entre ambas especies. Mak es, en apariencia, una utopía. En un mundo asolado por las guerras y el odio, esta ciudad-estado ha logrado lo imposible, que simios y humanos vivan en armonía, como iguales. Sin embargo, el asesinato del legislador del lugar dilapidará el sueño y hará que unos y otros muestren sus auténticas caras.
Este primer volumen se preocupa en explorar la debilidad de esta paz y la situación real en la que viven ambas especies. Donde la teoría dice que todos son iguales, la práctica enseña los guetos y el autoritarismo. El mensaje ecológico que ha acompañado a buena parte de las películas originales aquí deja paso a uno más social, relacionado con los conflictos raciales (como, por ejemplo, los títulos de Matt Reeves o Tim Burton). De tal manera que el cómic no pierde ese componente metafórico (y crítico) que siempre ha acompañado a la franquicia.
La Larga Guerra sigue a un reducido número de personajes de uno y otro bando en un espacio muy concreto, la ciudad de Sak, lo que permite entrar con detenimiento en el día a día del lugar, conocer sus costumbres, sus preocupaciones y problemas diarios, sus tramas políticas… y sus secretos. El pasado reciente juega un papel importante en la vida de Sak, concretado en sus dos lideresas, Alaya y Sully. Así, no es difícil prever que la chispa puede saltar en cualquier momento. Como realmente hace.
Con un dibujo más que decente, lo más destacado de la lectura es el guion de Gregory. Lleno de ritmo, sabe en qué momento dar nueva información o recrearse en determinadas escenas. Quizás las voces en off resultan un tanto confusas, hasta tres personajes actúan como narradores y en algún momento es necesaria un vistazo rápido a las páginas siguientes para saber quién está hablando. Por lo demás, la narración es muy dinámica, continuamente están sucediendo cosas. Sak está lleno de vida y de rincones a explorar y esa sensación la logra transmitir bien su autor.
Veremos como sigue en próximas entregas. Pero las primeras impresiones no pueden ser más positivas.
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