Alien: El octavo pasajero es mi película de terror favorita, con permiso de Tiburón, así que podéis haceros una idea de lo que supone que la nueva entrega de la franquicia se sitúe años después de los acontecimientos de la cinta de 1979. Alien: Romulus se aleja de lo que pretendía expandir Ridley Scott con Prometheus y Alien: Covenant, dónde intentaba dar nueva información sobre el xenomorfo y de su origen. Alien: Romulus es más directa, más cómo la cinta original. No pretende inventar la rueda, sino ser como un nuevo capítulo que sirva de puente entre Alien y Aliens, sin olvidar el videojuego Alien Isolation que también servía de puente. Fede Álvarez consigue crear una cinta con atmósfera, terror, secuencias impactantes en un frenesí de huídas que se disfruta enormemente pero que no termina de contar algo realmente nuevo, y eso que su premisa es muy interesante.
Alien: Romulus arranca su propuesta con una historia sobre las dificultades que tiene la gente para intentar salir se un país donde una dictadura tiene el control absoluto sobre todo. Así Alien: Romulus lanza su idea y la desarrolla de manera brillante durante los minutos iniciales, juntándola con su análisis de los sintéticos, algo que ha sido ampliamente analizado en casi todas las entregas. Así, con esta combinación de ideas, Fede Álvarez y Rodrigo Sayagues dan algo de aire fresco a la saga, explorando posibilidades se todos los tipos. Pero cuando nos adentramos en el ámbito de lo que ofrece una cinta de Alien, esa innovación desaparece y solo lo vemos en algunas set pieces realmente conseguidas y que demuestran las posibilidades que tiene la saga. En especial un enfrentamiento contra el xenomorfo en gravedad cero que es maravillosa y un imaginativo increíble. Al igual que las secuencias que tienen de protagonista a los abrazacaras (facehuggers en inglés).
Pero ese imaginativo muchas veces se ve ensombrencido por volver otra vez a lo mismo, de una manera distinta, pero ya conocida. Es posiblemente, junto algún momento de fan service, introducido con calzador, lo que hace que la cinta no termine de despegar y de ser algo que encumbrar. También porque el xenomorfo queda convertido en un personaje secundario en su propia película y cuyo peso en la misma es mínimo. Cuando aparece es admirable como Álvarez se deleita con su presencia y dándole el protagonismo en esas secuencias. Pero da rabia ver lo que se quiere proponer al principio y después volver a ser algo ya visto. Eso sí, Cailee Spaney se convierte en la nueva musa de la saga con una interpretación sólida y siendo capaz de trasmitir la angustia de la situación en todo momento, al igual que David Jonsson y su sintético, que va robando poco a poco la función. Ellos dos lanzan a Alien: Romulus hasta arriba.
Pero Alien: Romulus es una muy buena propuesta dentro de universo Alien. No inventa nada pero lo que innova hace que sea refrescante. Ojalá siga expandiéndose así la saga, con alguna idea fresca y ganas de rendir tributo a una saga que necesita de ello. Alien: Romulus es un buen paso, uno grande, pero creo que se puede alcanzar aún una secuela de Alien que luche de tú a tú con Alien y Aliens.
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