«¡Ni siquiera eres buena actriz!«
No me canso de recomendaros la serie de Faith y más ahora, que ya sabéis que con dieciséis números os podéis hacer con ella al completo (o en tomo si Medusa se lanza a reeditarla en ese formato, decisión que un servidor aplaudiría). Dentro del superpoblado mundo de las capas y los poderes más allá de la física y la realidad este cómic ha supuesto no ya un soplo de aire fresco, sino un auténtico vendaval. Primero porque es muy divertido, segundo porque es condenadamente fácil sentirse identificado con su protagonista y tercero porque está escrito con mucha inteligencia y, al tiempo que evita caer en los clichés de los cómics de superhéroes, se ríe de ellos y nos muestra que es posible hacer otro tipo de historias sin que éstas dejen de ser espectaculares.
Jody Houser enfrenta a nuestra protagonista con una combinación de todos los villanos a los que ha ido derrotando desde que estos cómics cayeron en nuestras manos y, casi por primera vez desde que esta colección comenzó, le pone las cosas verdaderamente difíciles a Zephyr. De hecho, Faith #15 supone la culminación de los malvados planes de Chris Ev… Chriswell (en qué estaría yo pensando) y deja a Faith en una situación bastante delicada. Esta segunda parte de ‘Los Antifaith‘ es, quizás, las más cercana al cómic convencional (si es que un grupo con un tipo disfrazado de personaje de los 80 y un gato salido de la noventera Sabrina puede considerarse convencional) y cuenta con situaciones tan clásicas como la de la suplantación del héroe, la caída en desgracia del mismo y la manipulación de la opinión pública. La magia, una vez más, viene en cómo Houser resuelve la situación.
«No adopté una identidad secreta para esto«
En Faith #16 tenemos una trama que sí, hemos podido leer antes en alguna otra parte, pero no con la naturalidad y el buenrollismo que desprende este personaje. No hay aires de superioridad en la manera en que la heroína se enfrenta a sus enemigos. Ni tan siquiera al ser consciente de lo lamentable de la formación que se opone a ella. Al final hay pelea, porque tiene que haberla, pero la mayor parte de este número se resuelve dialogando y profundizando en la psique de unos villanos interesantes, divertidos y con mucho que contar todavía. Me recuerda, y viene al cuento porque la propia Zephyr menciona a Batman, a la resolución del Año Cero del Caballero Oscuro de Scott Snyder. Esa lucha de intelectos entre el justiciero de Gotham y el Acertijo me fascinó por la ausencia de puñetazos, sustituidos por enigmas y dialéctica, y ahora contemplo algo similar en la manera en que nuestra protagonista se enfrenta a sus captores.
Echa ahora el cierre la colección. Más no será por mucho tiempo (imposible con una película confirmada sobre el personaje) y mientras tanto podremos disfrutar, en diciembre, de un especial navideño. Después, si nos dejamos guiar por lo que nos llega de Estados Unidos, volveremos a ver a Zephyr actuando en equipo (y eso después de haber renegado de ellos durante toda esta etapa). Será después de la finalización de las Harbringer Wars 2, evento al que dedicaremos un par de artículos dentro de (espero) no demasiado tiempo. En cualquier caso, y me repito como el ajo, antes de que esta nueva colección llegue yo le daría un repaso a una de las mejores apuestas comiqueras de este agonizante 2018.
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