Rocket Girl #1

Rocket Girl #1: Romper el futuro

Rocket Girl #1«Tengo quince años y soy una policía del futuro«

 

Ediciones Dimensionales vuelve a traer a nuestro país un producto poco conocido, pero bastante interesante. Hablamos de Rocket Girl, la serie de Brandon Montclare y Amy Reeder que publicó el sello Image en Estados Unidos de 2013 a 2017 y que les sirvió a ambos como trampolín para terminar recabando en Marvel con su simpática Moon Girl and Devil Dinosaur (una de las propuestas más interesantes de los buenos tiempos para los Inhumanos). La editorial riojana trae ahora a España los dos volúmenes en los que quedó recopilada una colección que vio la luz inicialmente por medio de la economía colaborativa del crowfunding. El primero de ambos, que tenemos ocasión de disfrutar en La Noche Americana, nos cuenta una historia a dos bandas entre un actual año de 1986 y un futurista 2013 en el que las cosas son muy distintas a como las conocemos.

 

Desde el futuro viaja a nuestra infancia Dayoung Johansson, una inspectora de policía de quince años (ya os digo que es un futuro muy distinto a como ha terminado siendo en realidad) que tiene por misión… Impedir que su futuro tenga lugar. Este argumento, que nos puede sonar a los marvelitas a Días de Futuro Pasado, es el punto de partida para una historia sencilla y efectiva que está pensada para lectores pre-adolescentes, pero que encierra ácidas reflexiones sobre el momento actual y la manera en que funcionan las sociedades y los estamentos que perviven en ellas y a costa de ellas.

 

«El precio de la justicia podría ser perder el mundo en el que vivimos«

 

Así, el 2013 que escribe Montclare es muy distinto al actual a primera vista (grandes avances tecnológicos, lo de los críos policías…) pero no deja de mantener mecánicas y vicios de nuestra realidad. La corrupción debajo de la superficie de esta en apariencia idílica versión de la Tierra es la que motiva el viaje al pasado de nuestra protagonista, para enfrentarse al momento clave en el que los juegos con el tiempo dotaron de extraordinario poder a unos pocos y convirtieron al resto en poco más que unos esclavos felices y sin autonomía. Aquí, como aspecto negativo, he de decir que me falla un tanto el funcionamiento del personaje (tampoco terminé de comulgar con Moon Girl), pero es el estilo de estos autores y a su éxito me remito para rendirme a la evidencia de que, en esta ocasión, mis gustos no han logrado alinearse con los del resto. Quizás también afecte el hecho de que tenemos a una chica muy joven haciendo muy bien muchas cosas y esto funciona muy bien entre los lectores hasta cierta edad que están deseosos de encontrarse con modelos de su generación capaces de dejar a los adultos sin palabras, pero no encaja tan bien entre los que estamos más acostumbrados a ver el mundo arder.

 

Rocket Girl #1

Rocket Girl #1

 

Me gusta especialmente un detalle que comencé a ver en producciones como Wall-E, que cada vez vemos más a menudo en el imaginario colectivo y que en esta historia tiene un peso determinante: me refiero a la existencia de una mega-corporación en ese distópico futuro que controla todos los aspectos de la vida de la sociedad y bajo la cual todas las fuerzas de la ley y el orden se subordinan. No deja de ser una versión radical de nuestra actual realidad. Hoy en día las grandes empresas tienen más peso en las políticas de un país (que le pregunten a las eléctricas en España) que los votantes o los políticos elegidos por el pueblo. También me gusta leer, en plena resaca por el visionado de Vengadores: Endgame, una historia en la que se reflexiona sobre la inevitabilidad del destino. Hay un momento clave en todo este cómic que marca un antes y un después, pero hasta ese punto los guionistas juegan a la ambigüedad para que seamos los lectores quienes nos planteemos si las acciones de Rocket Girl pueden tener, o no, su eco en la eternidad.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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