Dicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Visto (y leído) lo que han hecho Mark Waid y Chris Samnee (junto al colorista Matthew Wilson) en Capitán América en apenas dos arcos argumentales, permitid que dudemos de esa frase hecha. Vamos a echar mucho de menos a la pareja creativa. Y más aún a Samnee, quien a priori dejará de trabajar en Marvel una vez finalizado su contrato actual con la compañía. Nos quedaremos con las ganas de descubrir cómo habría continuado su aventura al frente de la colección, pero no es menos cierto que en este corto periodo (iniciado en Capitán América #89) la pareja ha tenido tiempo de exponer y desarrollar su tesis acerca de Capitán América como símbolo.

La pareja se despide por todo lo alto (aún veremos a Mark Waid un poquito más en la colección antes de ceder el testigo a Ta-Nehisi Coates), cerrando la trama que ha llevado a Rogers, primero a recorrer en moto los EEUU, y luego al año 2025, en un «viaje temporal» inesperado, con el objetivo de devolver la esperanza al pueblo. Estos últimos dos capítulos (publicados por Panini Cómics) sirven no ya solo como la conclusión de los argumentos esgrimidos en las entregas anteriores (en torno al símbolo como concepto social), sino también como una llamada de atención de cómo se deben hacer las cosas, estableciendo interesantes paralelismos entre los hechos que aquí acontecen y los vividos durante la Imperio Secreto de Nick Spencer.

En aquel evento vimos caer a Steve Rogers, fuimos testigos de la destrucción de todo lo que representaba el Centinela de la Libertad. La misión de Waid y Samnee ha sido la de recoger los pedazos, reunirlos y recomponerlos. El proceso de reconstrucción ha sido traumático, como ya hemos podido comprobar en los capítulos anteriores. Pero es en estas dos últimas entregas cuando el Capitán América debe dar un paso al frente y hacer los mayores sacrificios, que convergen en sus últimas palabras: «La esperanza no es un plan. Pero desde luego no se puede ganar sin ella». Lo que han propuesto los autores en esta intensa etapa no ha sido tanto un viaje de autodescubrimiento para Rogers, sino un viaje de redescubrimiento para los lectores. Han vuelto a los conceptos más esenciales del personaje para recordarnos quién es y por qué es tan importante. Y tal como está el mundo, no está de más que nos recuerden cuál es la lucha.

Tanto si sois veteranos en la lectura del Primer Vengador, como si el personaje os provoca cierta tirria, después de esta lectura lo veréis con otros ojos.