Concluye el penúltimo juego de pirotecnia (hasta la fecha) que nos ha preparado Dan Slott en la etapa más globalizada de Spiderman que podemos recordar. El enésimo choque de Parker con sus «amigos» los clones, donde que tampoco han faltado los saltos entre dimensiones, ni la vuelta de antiguos e incómodos enemigos. La conspiración del clon, tal como hemos venido relatando hasta la fecha, se las prometía muy felices, pero se ha ido desinflando con el paso de las entregas, yendo de más a menos.
El punto culmen, más allá de la inesperada revelación del Chacal sobre su identidad, lo tenemos en El Asombroso Spiderman #127 con la conversación mantenida entre Peter y Gwen, narrada con pulso y emoción por Christos Gage, el guionista que mejor ha sabido aprovechar las peculiaridades y oportunidades que se escondían tras la alocada premisa planteada por Dan Slott. En este evento, los capítulos correspondientes a la cabecera en solitario del trepamuros (los The Amazing Spider-Man) han estado muy por encima de lo narrado en los episodios centrales y el resto de cruces (los de Seda y Merodeador, para ser precisos).
A partir de este momento, en lo que suponen los capítulos finales de la saga (recogidos en El Asombroso Spiderman #128-129) las carencias escondidas tras los trucos del guion con sus cliffhangers varios quedan al descubierto. Slott se ha mostrado más preocupado en ofrecer una historia dinámica y amena, cuya envergadura fuera in crescendo, que olvidaba lo más importante, el trabajo de personajes. De esta forma, el desarrollo de los diferentes protagonistas se muestra bastante plano, con honrosas excepciones como J.J. Jameson o Gwen Stacy. Esto propicia que por ejemplo Spidey se muestre tan obtuso en sus argumentos como el Capitán América en sus mejores tiempos, o que Chacal y Octopus vayan perdiendo fuelle al tiempo que el foco de atención se va centrando en ellos.
La sensación es que a Slott le ha venido grande el evento. Ha intentado acaparar demasiado sin sentar bien las bases del mismo, haciendo que su castillo de naipes se desmoronara cuando llegaba la hora de la verdad. Y no será por falta de ideas. Kaine Parker vuelve a demostrar que es un personaje con un potencial enorme, aún cuando el guionista de turno no le saca provecho, o Anna María Marconi, por quedarnos con una de las últimas adhesiones a la familia arácnida. Las mismas implicaciones éticas que podrían derivarse de la premisa esgrimida por Slott son muy poderosas… incluso para el código personal de Spiderman. Pero todas estas cosas se tocan de manera tangencial o no se explotan.
Al final, La conspiración del clon para lo que realmente ha servido es para devolver al entorno arácnido a viejos conocidos de Peter, voliendo una vez más a los escenarios de siempre en lugar de mirar al futuro. Un más de lo mismo muy entrentenido (eso sí) Ya lo presagiaba el evento: «Los muertos viven».
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