«Mi nombre es Robert Bruce Banner. Me conocéis mejor como Hulk«
Os hablaba el mes pasado del contexto cuando uno lee los cómics y en El Inmortal Hulk #17 (#92) nos llega una nueva lección que aprender en estos tiempos confusos que vivimos. Y es que cuando salgamos de este maldito confinamiento y nos vuelva a dar el viento primaveral en la cara nos debería asaltar una sencilla pregunta, una que a muchos ya nos ronda por la cabeza: ¿Y ahora qué?
¿Debería seguir todo igual que antes de que un virus nos obligara a permanecer más de un mes dentro de nuestras casas? ¿Serán válidas las mismas estructuras y los mismos mecanismos cuando se acabe la Gran Guerra del siglo XXI? ¿El mismo sistema económico? ¿El mismo desdén por la naturaleza? ¿Las mismas tradiciones vacías? ¿Los mismos ‘cortoplacismos‘? ¿Las mismas cosas que, en resumen, nos han llevado a estar donde estamos ahora mismo? Porque no debemos olvidar que no sólo el Covid-19 amenaza a la humanidad. Aunque hoy sea la mayor de nuestras preocupaciones, el cambio climático sigue ahí. Y también lo hacen el hambre en los países asolados por décadas de guerra y conflictos ocasionados por el colonialismo europeo y las salvajadas del capitalismo más atroz. También estarán ahí las fake-news, las manipulaciones, los líderes corruptos y los que se aprovechan de la desesperación de la gente. ¿Seguirá todo esto importándonos tan poco cuando todo esto termine?
«Este mundo es un laberinto de dinero y poder en el que los seres humanos se pierden«
La primera mitad del número de marzo de El Inmortal Hulk sienta a Bruce Banner en una cafetería para mantener una tranquila conversación con el que ha sido siempre (desde que lo creara Greg Pak) su mejor amigo: Amadeus Cho. El joven, convertido ahora en un sucedáneo de Hulk y luchando a lo ancho y largo del globo terráqueo junto a otros jóvenes héroes que se han cansado de las viejas estructuras Vengadoras, es utilizado por Al Ewing para que Banner pueda, por fin, poner en palabras esa promesa de destrucción para con el mundo que lleva prometiendo desde casi el comienzo de esta colección. Y lo que leemos es una nueva clase de terror (otra más que sumarle al guionista): el que nace de la cruda realidad del mundo en el que vivimos. El antihéroe de esta colección pone sobre la mesa la triste certeza de que en el mundo actual muchas cosas van terriblemente mal y que sólo un suceso disuptor, una auténtica catástrofe, puede devolvernos a la casilla de salida para comenzar una carrera por nuestra propia salvación.
Otra vez más el maldito contexto.
La segunda mitad del número hace que comience a girar la rueda de la revolución que ha prometido Banner. La explosión silenciosa que nos barre en la primera parte se convierte en el habitual estruendo que acompaña a Hulk a cualquier parte, pero no deja de soltar pequeñas perlas que engrandecen aún más a esta serie. Desde el principio hemos ido viendo cómo todos los medios de comunicación que han ido cubriendo las noticias sobre las actividades del gigante verde pertenecían a un mismo grupo empresarial (Roxxon). A su CEO, Dario Agger, lo vimos aliado con los principales villanos de la Guerra de los Reinos de Jason Aaron y, sin embargo, salir del trance de la derrota ileso y con su entramado empresarial intacto. Al Ewing nos explica por qué: si controlas las noticias y las redes sociales nada puede dañarte, porque la gente pensará exactamente lo que tú decidas que deben pensar. Y los que no consigas que piensen como tú quieres estarán demasiado abotargados o demasiado cansados como para agruparse y actuar en tu contra.
A no ser que un elemento verdaderamente disruptivo sirva para alinear a toda la sociedad en una misma dirección. ¿Será Hulk (o este horroroso coronavirus) ese detonante? Ya lo veremos.
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