Las suposiciones que hicimos respecto al final de la aventura de Bêlit narrada por Tini Howard han resultado ser ciertas y este tercer (y último) cuaderno de la miniserie sobre la temible pirata puede ser el punto de partida perfecto para cualquier guionista que se atreva a surcar los mares de la Era Hyboria. Howard, junto a la dibujante Kate Niemczyk (que en esta última entrega ha contado con ayuda para cumplir los plazos), ha construido una estupenda historia que imagina el origen de la Reina de la Costa Negra y reivindica su importancia en el mundo de Conan.
«Les ordeno lo mismo que siempre, amigo N’Yaga. Hacer lo que les diga«
Hasta ahora, entre cada grapa solía haber un pequeño salto temporal que permitía a la autora hacer un recorrido más amplio en el desarrollo y crecimiento de su protagonista, estructura que vuelve a repetirse aquí y que nos lleva a conocer a una Bêlit ya asentada como capitana del Tigresa, aunque el carácter impetuoso de la niña que conocimos en la primera entrega sigue siendo reconocible en ella.
Howard relata en los últimos dos capítulos la creación del vínculo entre la capitana y N’Yaga, amigo de su padre que juró protegerla si a este le pasara algo y que con los años se convertiría en el aliado más leal de Bêlit. Resulta interesante porque en cierto sentido N’Yaga le aporta a la joven pirata una voz experimentada y fortalece el nexo de nuestra protagonista con el legado de su padre.
Pero, al mismo tiempo, estos episodios finales sirven para marcar el final del principio; es decir, marcan el momento en el que la leyenda de Bêlit pasa de ser un runrún entre las gentes del mar a una sentencia alta y clara, incontestable: «¡Salve, Reina de la Costa Negra!»
Como en las entregas anteriores, la edición de Panini Cómics incluye como extra una portada adicional (la del quinto capítulo de la edición original anglosajona) y el desenlace del relato Los susurradores de huesos, también dedicado a la figura de Bêlit.
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