«La medida de un hombre no está en su sangre«
A medida que pasan los meses uno va aceptando que Jason Aaron ya no es quien tira del carro del mundo mutante, en favor de Bendis y su fabuloso yin-yang. Así, puede que Lobezno y la Patrulla-X ya no sea tan rompedora, pero Aaron ha aprovechado esta situación para centrarse en su enorme plantilla de personajes y para plantar la semilla de las Patrullas-X del futuro. La saga que se inició en el número anterior y que termina en éste ha sido la perfecta excusa para ello. Logan maduró como luchador y superviviente en la Tierra Salvaje y la idea de dejar sueltos a los alumnos más «problemáticos» (o a los más carismáticos, en realidad) en esta peligrosa jungla es la base perfecta para darles unos minutos de cancha a cada uno, permitirles que se luzcan y, de paso, aportar algo de solidez a su apenas sugerida personalidad.
¿Tiene Quire madera de líder? ¿Cuáles son los temores de Shark-Girl? ¿Queda un rastro de humanidad en Nydo? Esta nueva entrega, más allá de solucionar las rencillas familiares entre lobos y perros, profundiza en la psicología de unos chavales que, sin llegar a los 18 años, pueden hacer cosas que muchos adultos ni soñarían. El valor de esta contribución del guionista al rico universo Marvel se notará más a medio-largo plazo, pero de momento nos sirve para conocer mejor a una serie de personajes distintos a los que estamos acostumbrados a ver en las páginas de nuestros cómics.
«Una parte de mí siempre será Apocalipsis«
El propio guionista nos manda un recadito a través de uno de los personajes más ‘prescindibles’: «No se trataba de jugar a las cartas, dijo, sino de aprender a ver la partida«. La historia de Perro Logan es tan accesoria para la intención final de Aaron que su final llega y se deja atrás sin mayor preocupación por parte del lector. ¿Volverá el personaje a las páginas de esta colección? Seguramente sí, pero por ahora su aportación ha sido la de mero secundario en la historia que lo presenta en sociedad en el universo de Marvel Now!
El resto del profesorado se dedica a disfrutar de la vida sin Lobezno ni Quire montando bulla
Ramón Pérez vuelve a ofrecer en este cómic una estupenda capacidad de adaptación a las exigencias del guión, sin embargo… ¿A qué no lo adivináis? Exactamente: En el próximo número nos tendremos que despedir de él. Sinceramente, no me parece que las continuas idas y venidas de dibujantes sean lo mejor para la salud de esta serie. Da la impresión de una enorme soledad para con el guionista, incapaz de formar equipo con el resto de artistas dada la brevedad de sus colaboraciones. No es una de las mejores ideas que haya podido la Casa de las Ídem y va en contra del trato que se le da a otros artistas asentados. A saber qué nos depara el futuro de esta colección.
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