«No intentéis escapar, sois nuestros prisioneros«
Resulta ligeramente irónico pensar en que, mientras los mutantes de los cómics que leemos viven en una isla paradisíaca, en la Luna o hasta en lejanos planetas, nosotros andamos a la espera de que la cuarentena actual se levante y podamos salir a la calle a que nos de un poco el aire primaveral de las ahora nada contaminadas ciudades. Cierto es que estos cómics se publicaron a finales de 2019 (y se escribieron incluso antes), cuando el mundo era muy diferente y el Covid-19 sólo era motivo de muchos chiste que ahora se nos antojan malos desde las diversas redes sociales. Pero la verdad es que uno ve a Mancha Solar y los suyos enredados en los tejemanejes del otrora gran imperio Shi’Ar y casi desearía estar ahí, jugándose el pellejo contra terroríficos alienígenas, en lugar de encerrado en casa, añorando el roce y extrañando patear la calles, los parques y los senderos.
Sin embargo esta es una manera muy triste de ver la vida. En su lugar, deberíamos aprovechar los cómics como las ventanas a otros mundos y a paisajes lejanos y exóticos que son. Y pocas ventanas son tan buenas como la de Amanecer de X en general y, en particular, la segunda serie (aparte de su Patrulla X) que se ha agenciado Jonathan Hickman para esta etapa: la de los Nuevos Mutantes. En los dos números norteamericanos que recopila esta segunda entrega de Panini nos encontramos con un juicio galáctico, un consejo por la sucesión de un trono espacial, fiestas en torno a la hoguera bajo un cielo estrellado y la cura para una rara enfermedad que sólo afecta a una pequeña proporción de la población mundial. Suficiente como para que echemos nuestra imaginación a volar y nos alejemos (en espíritu al menos) de la reclusión forzosa en nuestros hogares.
«Mira lo feliz que es todo el mundo«
Además, esta serie está destapando la cara más amable y simpática del guionista, que (con la ayuda de Ed Brisson) deja que las grandes sagas queden planteadas en la colección de los Summers, mientras que en esta nos encontramos con relatos más cercanos a las clásicas aventuras dentro y fura del planeta Tierra de los mutantes. Por un lado tendremos durante unos cuantos números a Roberto Dacosta y sus amigos de viaje estelar, mientras que en esta entrega se nos plantea una segunda trama para los jóvenes mutantes que se quedaron en casa, con Armadura y Glob Herman volviendo a la primera plana en un viaje movido por la amistad que, tal y como le ha pasado a nuestros amigos de a historia principal, se termina torciendo por motivos ajenos a su control, dando lugar a nuevos enfrentamientos con una nueva clase de enemigos que nacen de la manera en que la nación mutante de Krakoa ha decidido relacionarse con el exterior.
No deberíamos bajar la guardia tras disfrutar del tono distendido de este cómic. Si el guionista ha elegido escribir estas dos historias es porque entre las dos van a determinar el futuro de los mutantes. Así que es probable que lo que está pasando más allá de las fronteras de nuestro planeta afecte en gran medida al futuro a medio-largo plazo de los mutantes del mismo modo que los villanos contra los que lucha Armadura no son más que una variante de las Chicas de Oro que el mismo guionista nos planteó en la Patrulla X #2 que reseñé hace un par de días. Los problemas para los mutantes no se avecinan, sino que llevan instalados en las diferentes colecciones de este Amanecer de X desde su mismísima concepción. Dentro de su propia casa y fuera de ella. En la Tierra y a millones de kilómetros del Sistema Solar.
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