Con el crossover hemos topado. Cullen Bunn, pluriempleado donde los haya dentro de la factoría Marvel une los destinos de dos de sus colecciones (Veneno y Patrulla-X Azul) en una aventura que toma su origen en Universo Veneno.

 

Coincidiendo con el aniversario del simbionte (y el estreno de la película protagonizada por Tom Hardy) en Marvel han querido hacer una celebración por todo lo alto. Portadas alternativas conmemorativas, inicio de una nueva serie que recupera a Eddy Brock como su huésped… y la creación de un evento con el que los autores y aficionados dieran rienda suelta a su imaginación: Universo Veneno.

 

Como ya sabéis (y si no, RJ Prous os da cuenta de ello), Universo Veneno seguía un esquema similar al de Universo Spiderman, abriendo la puerta a todas las versiones de Veneno que os podáis imaginar. Pues bien, dicho evento forma parte de una celebración mucho más ambiciosa que tiene en Veneno-X (con nuestros mutantes desplazados en el tiempo como estrellas invitadas) su penúltimo capítulo.

 

Pero que no cunda el pánico. Si bien la lectura de los «capítulos» anteriores es recomendable para contextualizar la amenaza simbionte (Universo Veneno y Universo Veneno: Prólogo), no es imprescindible. Lo mismo puede decirse de la serie en solitario del joven Cíclope, cuyos protagonistas hacen aquí acto de aparición. Cullen Bunn es fiel a sus chicos, no olvida que por mucho simbionte que se autoinvite a Patrulla- Azul, Jean y sus compañeros son los protagonistas de la aventura. Y al final, un Veneno por aquí o por allá lo que tiene como principal función es servir de reclamo para vender más tebeos.

 

Así nos encontramos con una aventura que sabe sortear los condicionantes del contexto editorial en el que se desarrolla, que aprovecha las oportunidades proporcionadas por las particulares consecuencias de la unión entre los simbiontes y sus huéspedes para trabajar sobre los jóvenes mutantes y, no menos importante, ofrece la autonomía suficiente a la historia para que no distorsione el rumbo que lleva la colección mutante. Es más, la situación en la que quedan nuestros jóvenes héroes dará a Bunn la oportunidad de jugar con diferentes elementos en el futuro inmediato de la cabecera.

 

 

Centrados en la aventura que nos ocupa, ésta cumple, sin más. Cullen Bunn pone el piloto automático llevando la acción con cierta sensación de inercia. A pesar de la experiencia de la Patrulla-X en el espacio, se nota que entre simbiontes están fuera de su ambiente y la trama transcurre por los lugares comunes que nos son de esperar. El gran atractivo de esta saga está principalmente en el componente fetichista de imaginar a Jean, Warren y compañía «simbiotizados». Una situación temporal que Bunn y su equipo de dibujantes aprovechan para potenciar las escenas de acción en las que la Patrulla-X pueda sacar músculo, y hay quienes, como Cíclope, lucen poderosísimos en estas circunstancias.