«Todo muere«. La frase que Reed Richards pronunciara ante sus compañeros Illuminati en la época de Hickman es perfectamente aplicable a la vida de Otto Octavius como Spiderman, ya sea bajo la apariencia de Peter Parker o de Elliot Tolliver. Haga lo que haga su sino no parece que ser otro que la muerte. Y el momento siempre llega una vez ha asumido por completo su aprendizaje heroico, sacrificándose hasta extremos a los que otros igual no llegarían asumiendo todas las consecuencias.
«¡Pagaré el precio que quieras, maldición! ¡Mi alma!«
La primera vez, Spidergedón por medio, tuvimos la oportunidad de recuperar a esta versión de Otto que lucha contra sí mismo para superar sus viejas costumbres y hacerse un hueco entre las fuerzas del bien, como tantos otros personajes lo han hecho a lo largo de los años. Esta vez lo hacía, además, sin tener que ocupar el cuerpo de ninguna spider-persona, que ya es un avance. Pero ello no significaba que su proceso de redención esta vez fuera a ser más sencillo que la anterior, como así ha acabado demostrándose.
Christos Gage ha hecho todo lo posible por dar empaque a la colección en este segundo volumen. El traslado a San Francisco resultó ser todo un acierto, así como la recuperación de ciertos secundarios de El Asombroso Spiderman y la integración de todos ellos en la idiosincracia de su nuevo entorno. Y la propia dinámica de Spidergedón, el punto de partida de esta segunda temporada, le ha ofrecido la oportunidad de contar con sus propios villanos y hasta de un Norman Osborn para sí mismo. Pero nada de esto ha sido suficiente al final.
El experimento de Gage ha terminado siendo fallido, pero no por su falta de mano con el personaje -la serie ha demostrado estar a la altura de lo que presuponía-, sino por el miedo de los editores y los jefazos de perder a un personaje como Doctor Octopus que más pronto que tarde volverá a pasarse por la gran pantalla y la versión comiquera no puede estar enterrada para entonces; hay que vender tebeos y muñecos. La falta de valentía ha acabado con un personaje que se había ganado su oportunidad a pulso.
Así, entre el cinismo y el homenaje, el guionista ha querido plagar de guiños estas últimas entregas, acudiendo tanto a pactos infernales de los que dan carta blanca para reescribir la historia, hasta un enfrentamiento final con Osborn que nos retrotrae al final de la primera temporada de Spiderman Superior y que en cierta forma cierra el círculo vital de la versión heroica de Otto. Su destino está marcado por la sangre, por la suya.
Después de lo leído en estas páginas, lo más lógico es que tengamos a Octavius descansando una temporada y vuelva en unos meses (¿quizás cuando Nick Spencer termine de lidiar con ese pariente misterioso?) con ganas de guerra. La aventura de Spiderman Superior (que Panini ha venido publicando en formato grapa) ha sido breve, pero muy satisfactoria. Y llegados a este punto lo mejor será dejarlo como está. Hacer pasar al personaje por tercera vez por una senda similiar sería desastroso para el mismo y sería tratar a los lectores de idiotas.
Y lanzamos un guante final… Ahora que se han quedado huérfanos de colección, ¿recuperará Dan Slott a Anna Maria y los chicos de Horizon Labs para algunas de sus cabeceras?
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