«¿Hay algo más en los reinos que requiera la atención de Thor?«
Poco he reseñado en La Noche Americana acerca de los últimos años en la vida de Thor, pero eso no significa que no haya seguido con pasión la larga (¡siete años!) y aclamada etapa de Jason Aaron a los mandos de las historias del dios del Trueno hasta su conclusión en la épica Guerra de los Reinos y su epílogo con Rey Thor. Así pues, ahora que Donny Cates recoge el testigo de esta colección, me pongo los cascos mientras busco una buena playlist de música vikinga y me dispongo a leer lo que nos tiene preparado el guionista de Veneno, Thanos o Estela Plateada.
Enseguida descubro que la elección de música no podía haber sido más acertada. Cates huye de lo ostentoso de la Asgard del pasado y la reconstruye (tras la anteriormente citada guerra) al más puro estilo vikingo: ruda, hermosa y en comunión con su pasado. En ella nos encontramos con un Thor que trata de asimilar como puede su rol de líder de su pueblo mientras añora la época en la que hundía su martillo en el cráneo de gigantes de hielo y elfos oscuros. Todo parece indicar que nos vamos a encontrar con la ya clásica historia del rey que nunca quiso reinar, del héroe al que la estabilidad le viene grande. Hasta que el guionista nos deja, literalmente, caer del cielo la negación de todo esto con un suceso que vuelve a llevar al mundo de los dioses nórdicos a la crisis y que exige a nuestro protagonista volver al frente de batalla, con un rediseño completo que, de paso, borra todas las cicatrices de la anterior etapa a las que ya nos habíamos acostumbrado.
«Un vacío. Que era incapaz de medir con una mente mortal«
Cates está cogiendo fama en Marvel como un tipo capaz de coger cualquier serie y lanzar sobre ella un elemento disruptor que la rejuvenezca y revitalice. En la mayor parte de las ocasiones esto se ha saldado con etapas muy cortas (apenas una temporada en Guardianes de la Galaxia, incluso menos en Doctor Extraño), pero las propuestas que ha hecho (Mefisto atrapado en Las Vegas, la llegada del Motorista Fantasma Cósmico) han perdurado en el tiempo e incluso han sido utilizadas por otros autores e incorporadas a la rica mitología de la Casa de las Ideas. ¿Será el paso de este guionista por Thor otra de esas estrellas fugaces que tanto le parecen gustar? ¿O estamos ante las puertas de una historia mucho más larga? La propuesta que hace en este primer número bien puede ir en ambos sentidos, así que habrá que esperar para ver si genera las suficientes ramificaciones como para que el autor necesite de más de un año para desarrollar sus planes.
Lo que está claro es que este primer número nos pone los dientes muy largos. Cates sabe muy bien como preparar y asestar un buen golpe de efecto y la última página de este Thor #1 (#108) nos deja con muchas, muchísimas, ganas de leer más de lo que nos tienen preparados Donny y Nick Klein (que es quien se encarga del dibujo). Falta también saber cómo afectará lo que se está contando aquí al resto de colecciones marvelitas (recordemos que en los Vengadores de Aaron el dios del Trueno sigue como estuviera antes del fin de la Guerra de los Reinos), pero no dudo que lo sabremos dentro de no demasiado tiempo. Por lo pronto ya tenemos una nueva entrega dentro de la gran historia que Cates está escribiendo a lo largo y ancho de las muchas colecciones en las que ha ido desembarcando y la verdad es que este capítulo pinta a que va a casar muy bien con temas como el de Twilight of the Thunder God, de Amon Amarth.
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