Llegó el día. Siempre a la cabeza en la «competición» de las adaptaciones al cine del cómic de superhéroes, Disney/Marvel Studios vio como Warner/DC tomaba la iniciativa llevando a la gran pantalla -con rotundo éxito- a uno de sus buques insignia: Wonder Woman. La respuesta de la Casa de las Ideas tomaría forma a través de la recién rebautizada Capitana Marvel (antes Ms. Marvel), por delante de heroínas ya asentadas en su división cinematográfica como Viuda Negra. Cinco años después (el proyecto fue anunciado en 2014), Capitana Marvel ya es una realidad.
Era un apuesta atrevida y arriesgada, con un personaje sin tradición, pero con historia, al que desde la división comiquera ya se estaba intentando situar a la vanguardia de los Vengadores. Claro que si con Iron Man o Guardianes de la Galaxia ya les salió bien la jugada, ¿por qué no esta vez? Además, a las puertas del cambio de paradigma de Vengadores: Endgame, potenciar a una figura femenina como Carol Danvers era muy goloso en términos «sociales» y de marketing.
Una empresa compleja, como comprobamos desde los títulos de crédito, con cinco personas acreditadas como guionistas, entre ellas la pareja de directores formada por Anna Boden y Ryan Fleck, provenientes del mundo independiente. A la búsqueda del tono adecuado había que añadirle la problemática de presentar a una heroína de la que, salvo la escena postcréditos de Vengadores: Infinity War, no se sabía nada y a la que había que enganchar a la actualidad de Universo Cinematográfico Marvel.
¿La solución? Jugar la baza de Capitán América: El primer vengador presentando una historia de orígenes ambientada tiempo atrás y establecer una conexión de largo recorrido que hiciera verosimil su salto al presente. A diferencia de aquella, no se puede considerar Capitana Marvel como una película puente entre eventos, sino como una propuesta standalone, independiente de la macrosaga de Thanos. De hecho, obviando la primera escena postcréditos (son dos), Capitana Marvel puede disfrutarse como un título independiente, sin deudas con otras producciones de la compañía. Con esto en cuenta, y siguiendo los esquemas imperantes en las películas individuales de las Fases 2 y 3 del UCM, nos encontramos una película a caballo entre lo desarrollado por Peyton Reed en Ant-Man (y secuela) y la oscarizada Black Panther.
De una parte Fleck y Boden juegan a construir una comedia de acción sustentada en los conceptos de las buddy movies con Danvers y Nick Furia como eje principal, y de otra subrayan el carácter reivindicativo de su protagonista (primera heroína de la compañía en tener una película propia) abrazando sin rubor un feminismo amplio e igualitario, que ataca los roles de género tóxicos; todo ello al tiempo que -matiz importante- siguen los postulados de un relato de orígenes y establecen nuevas capas en personajes como Furia o Phil Coulson gracias a la retrocontinuidad.
Como siempre, el UCM funciona con otros códigos, con lo que la versión comiquera de los personajes no es más que una base sobre la que trabajar. Capitana Marvel no es una excepción, e incluso reinterpreta algunos elementos de forma notable acudiendo principalmente al rebautismo de la heroína diseñado por Kelly Sue DeConnick (que ejerce de consultora de la cinta además de protagonizar un pequeño cameo) y que supuso el cambio de nombre y vestimenta que se ha popularizado gracias al cine. El público purista de los tebeos (para quien no va dirigida la película) tiene en Capitana Marvel dos horas repletas de material con las que alimentar su odio.
Los kree, los skrulls, el origen de la iniciativa Vengadores, Carol Danvers… hay mucho que contar en la película, más aún cuando la acción se divide en dos escenarios tan dispares como Hala (hogar de los kree) y La Tierra de los años 90. Mucha información que hace que la trama no pueda avanzar siempre con la fluidez que reclama la (a veces) desenfadada (o ingenua) propuesta. Es sobre todo en el segundo acto, cuando el filme explora la conexión entre Carol y la guerra kree-skrull, cuando el tono se desajusta y se ralentiza la narración; pero dos factores: el enorme carisma que derrocha Brie Larson y su estupenda química con Samuel L. Jackson, son los que aúpan la película y mitigan estas inconsistencias a ojos del público al que se dirige la cinta, ya convencido para la causa.
Al igual que Guardianes de la Galaxia, Capitana Marvel explota el factor nostálgico, ahora de los 90, y no escatima en guiños que van desde la presencia de los videoclubs Blockbuster, a menciones a El príncipe de Bel-Air o Mallrats, o la música de grupos como No Doubt. Es preciso destacar el trabajo de Andy Nicholson (nominado al Oscar por Gravity) en el diseño de producción para sumergirnos en aquella década. Esta ambientación genera además un interesante contraste respecto a la tecnología empleada por las razas alienígenas que aparecen en pantalla y activan la determinación de Danvers y Furia en sus futuros cometidos.
Después de tantas películas, Kevin Feige y su gente tienen muy aprendidos los trucos y saben qué cosas funcionan y qué cosas no. Así que se puede seguir criticando su falta de originalidad o que en apariencia todos los filmes estén cortados por un patrón más o menos similar, pero siguen calando de la misma forma en el público, eso es indiscutible. Cumplen su cometido y cuando parece que empieza a haber signos de agotamiento, de momento, han sabido sortear con holgura las señales de alarma. De cara al asalto final que espera a Los Héroes más Poderosos de La Tierra, Marvel Studios echa la vista atrás, retrocede a los años 90 para reencontrarse con sus orígenes y coger impulso para una nueva etapa que comandada por Capitana Marvel, no puede estar en mejores manos.
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