«Una bala no tiene cerebro, ni un cuchillo, corazón«
Interesante número el de este mes en la cabecera de Lobezno. Logan se va de subasta a Madripur y nada bueno puede salir de allí. Una capucha del Capitán América, la lápida de aquella terrible aventura de Spider-man… Benjamin Percy nos pasea por delante de las narices una serie de objetos tan llamativos como siniestros e interesantes (si uno sabe qué hacer con ellos) antes de llegar a un artículo final que no solo justifica la presencia de nuestro protagonista en este evento, sino que, además, nos hace reflexionar sobre el caramelo que es a día de hoy la isla de Krakoa y las ganas que tienen de ponerle las manos encima villanos, empresas e incluso países de todo el mundo. Quien obtenga la llave de entrada a la isla de los mutantes habrá encontrado el Dorado. Ya no se trata de derribar a los homo superior, como en Genosha, sino que ahora todo el mundo quiere acceder a sus secretos, a sus medicinas y a su mecanismo de resurrección.
Pero eso ni tan siquiera es el tema central de la historia que se nos cuenta en este Lobezno #9 (#109) que publica este mes Panini. De forma paralela a la narración principal, Percy nos cuela un relato del pasado que nos habla de los tiempos de Logan y Dientes de Sable en la Fuerza Especial X, ese equipo de soldados convertidos en armas descerebradas para el uso y disfrute de sus dirigentes. El guionista se centra en los personajes de Creel, Lobezno y Maverick / Rebelde para narrar cómo estos dos últimos terminaron por tomar consciencia de sus interminables ciclos de borrado de memoria y aprendieron a esquivarlos a costa de tiempo, sufrimiento y muchas víctimas en sus cuentas personales. Esto cobra especial relevancia al final de esta entrega por motivos que os resultarán obvios, pero vuelve a incidir sobre el terrible pasado que persigue al mutante de las garras de adamántium, como ya viéramos en el número anterior.
«La historia tiene su propia vida y poder extraños«
Me encanta, porque esta entrega se lee sin darse uno ni cuenta, pero está llena de detalles fantásticos. Como esa mano que recoge el pañuelo ensangrentado de Logan, o la cantidad de cameos con y sin motivo que el autor (con la venia de Adam Kubert) se casca en la casa de subastas. O esa splash-page vertical que merece la pena volver a mirar un par de veces y que nos traslada al escenario de la acción de una manera tan precisa y certera. Echo de menos cosas como una relación más estrecha entre Logan y Jeff o un poco menos de rabia contenida en un mutante que, por fin, debería estar aprendiendo a ser feliz con lo que ha alcanzado, pero con todo, la colección de Lobezno vuelve a estar disfrutando de una etapa que merece la pena ser leída, tras la hecatombe que supuso el paso de Ed Brisson por la cabecera.
Cierra el cómic, como ya lo hiciera el de X-Force de este mes, con una entrega de Marvel’s Voices que escriben Method Man y Daniel Domínguez para unos dibujos en escrupuloso blanco y negro de Alitha E. Martínez. La historia, al contrario que aquélla, me resulta atractiva y, dada la querencia del universo Marvel por personalizar a la Muerte (la novia esquiva de Thanos), me quedo con las ganas de ver y leer más sobre su relación con uno de los mutantes más longevos de la Patrulla-X. Buena historia de complemento.
Deja un comentario: