El buen sabor de boca que nos dejó el primer número de Paper Girls se ha visto ampliamente confirmado con su segunda entrega. La dupla formada por Brian K. Vaugham y Cliff Chiang es sinónimo de calidad.
En un momento en el que tenemos los años 80 hasta en la sopa y todo lo que huele a dicha década está de moda, Paper Girls sabe como absorber lo mejor y más característico de aquellos años para conformar el mundo en el que se mueven sus personajes, pero sin que ese contexto rivalice o supere en interés con su trama.
Ahí donde productos recientes como Stranger Things se muestran como una amalgama de ideas y escupidora de clichés, donde cualquier excusa es válida para homenajear tal o cual película, Paper Girls toma detalles o guiños que dan color a su historia, que es lo que verdaderamente importa. De nada sirve plagar un relato de menciones o easter eggs pensados para nostálgicos, si el relato en sí carece de carisma. Esta lección la tienen muy bien aprendida nuestros autores, quienes logran que nos sumerjamos más y más en el misterio que envuelve a las jóvenes protagonistas a cada página que pasa.
En esta segunda entrega nos metemos de lleno en el terreno del fantástico y Vaugham no deja de ofrecernos diferentes sorpresas con las que mantenernos pegados a la lectura. Juega muy con los elementos de los que dispone, pues aún sin ahondar demasiado en el quid de la historia, no sacamos mucha más información de la que teníamos antes de empezar la lectura, logra generar unos cuantos e interesantes golpes de efecto, transformando el escenario en el que se mueven nuestras protagonistas de forma que hacemos nuestros su angustia y temores ante un mundo que se va tornando pesadillesco a pasos agigantados.
La elección de Planeta Cómics de la grapa como formato de Paper Girls es muy estimulante, pues el propio formato alude a la época en la que se ambienta la historia. Los propios extras, con cartas al editor, fotos de los autores siendo niños, formularios de suscripción… todo jeuga a favor de la evocación de esos años 80, lo que le aporta un plus enorme a la obra, ayudando a que nos sumerjamos de lleno en ella.
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