La presente entrega del Ultimate Spider-Man de Jonathan Hickman viene con truco. Y es que aunque en la portada elegida por Panini Cómics aparezcan Spidey y la Gata Negra, a esta prácticamente no se le ve el pelo en todo el capítulo. Felicia aparece solo en una viñeta y ni siquiera tiene ocasión de mediar palabra. El escenario tampoco es el más apropiado, con una reunión criminal presidida por un colérico Wilson Fisk.
«¿Quieres rollo?»
Esta escena, de apenas dos páginas, ilustra el buen trabajo que están haciendo Spiderman y el Duende Verde. A pesar de la paliza recibida a manos de Kingpin, la pareja de héroes ha salido victoriosa contra sus lugartenientes (como bien puede atestiguar el padre de Felicia) y está sabiendo tocar las cosquillas a Fisk, que pide sangre.
El grueso del capítulo, previa confrontación entre otro de los «siniestros» de Kingpin y nuestro amistoso vecino, sigue la línea marcada para los lápices de David Messina; es decir, tramas acotadas a la faceta familiar y personal de Peter. Dos son las conversaciones de vital importancia que tienen lugar en estas páginas. La primera (última en aparición en el episodio) es la conclusión lógica al desarrollo de Ultimate Spider-Man #10. Ben es perro viejo y después de descubrir quién había tras la máscara del Duende… bueno, ya imagináis por donde van los tiros. Lo importante no es tanto la revelación en sí, sino como Hickman retrata la relación entre Ben y Peter, llena de honestidad y respeto mutuo. Se establece una relación entre iguales, sin secretos, que da pie al desarrollo de unas dinámicas que nunca se han podido ver en la continuidad tradicional. Porque incluso en la época en la que May conocía la identidad justiciera de Peter, la relación entre ellos estaba condicionada por el temor y los cuidados (como cualquier madre y su hijo). Aquí, tío y sobrino saben todo lo que hay en juego y, más importante, que no hay nadie más que pueda asumir la carga y el riesgo.
Precisamente sobre el temor es sobre lo que versa la otra conversación, la que tiene lugar entre MJ y Peter. «¿… prometes avisarme si tuviera que asustarme?» La pareja discute acerca de los peligros del vigilantismo y de cómo este afecta a la que hasta hace solo unos meses (once para ser exactos) era una vida matrimonial sin más sobresaltos que las trastadas que pudieran hacer sus hijos. Ser Spiderman es algo que afecta a la familia, hay una responsabilidad hacia ella que no puede ser dejada de lado y este es el tema sobre el que debaten Mary Jane y Peter. Y lo hacen desde una posición que el guionista ha ido remarcando desde el arranque de la serie: el enorme peso de MJ en las dinámicas familiares. Ella es el muro portante de la familia, quien sustenta la estructura y quien, en última instancia, ejerce de líder. Peter es Spiderman porque cuenta con el apoyo y la aprobación de Mary Jane.
Ambas conversaciones dejan patente una realidad: el Spiderman de Tierra-1610 no es una carrera en solitario, sino una cuestión de equipo y confianza.
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